Y anduvieron desde aquél lugar diez días y llegaron a la región que habitan los canitestos, que así les dicen porque el cuerpo y la voz los tienen de hombres, pero el andar y la cabeza son de perros.
Y siguiendo su camino, hubieron de atravesar por una comarca muy mala, pasando muchas penurias y fuertes fatigas, hasta que al décimo día llegaron a una ribera, cabe el mar, y prendieron allí las tiendas para dormir y reposar, que harto cansados venían.
Se le muriera a esta sazón el caballo a uno de los macedonios y, arrastrando el cuerpo hasta unas peñas que cerca de la orilla estaban, dejáronlo allí; pero cuando era la noche más oscura, salió de las aguas un centollo y se lo comió; y a lo que semeja, hábralo dicho éste a los otros de su linaje, porque a la siguiente sobrevino una gran muchedumbre de estas alimañas y arrebataron buena cuantía de caballos, y aun a algunos hombres, y los jalaron hacia el piélago sin que los pudiesen, en ninguna guisa, estorbar.
Y después de este mal trago, no habiendo ya ningún sabor de la posada, arrancaron las tiendas y anduvieron hasta que fueron llegados a otro sitio junto al mar, pero muy bueno de prados y copioso de sombras y de frutas; y allí acamparon para holgar, que muy desfallecidos se encontraban.
fragmento de 'De cómo Alejandro
consoló a los macedonios'
en "Nacimiento, hazañas y muerte
de Alejandro de Macedonia"
trad. Carlos R. Méndez
ed. Gredos (1999)
No hay comentarios:
Publicar un comentario