martes, 23 de agosto de 2016

piélago





   Y anduvieron desde aquél lugar diez días y llegaron a la región que habitan los canitestos, que así les dicen porque el cuerpo y la voz los tienen de hombres, pero el andar y la cabeza son de perros. 
   Y siguiendo su camino, hubieron de atravesar por una comarca muy mala, pasando muchas penurias y fuertes fatigas, hasta que al décimo día llegaron a una ribera, cabe el mar, y prendieron allí las tiendas para dormir y reposar, que harto cansados venían.
   Se le muriera a esta sazón el caballo a uno de los macedonios y, arrastrando el cuerpo hasta unas peñas que cerca de la orilla estaban, dejáronlo allí; pero cuando era la noche más oscura, salió de las aguas un centollo y se lo comió; y a lo que semeja, hábralo dicho éste a los otros de su linaje, porque a la siguiente sobrevino una gran muchedumbre de estas alimañas y arrebataron buena cuantía de caballos, y aun a algunos hombres, y los jalaron hacia el piélago sin que los pudiesen, en ninguna guisa, estorbar.
   Y después de este mal trago, no habiendo ya ningún sabor de la posada, arrancaron las tiendas y anduvieron hasta que fueron llegados a otro sitio junto al mar, pero muy bueno de prados y copioso de sombras y de frutas; y allí acamparon para holgar, que muy desfallecidos se encontraban.













fragmento de 'De cómo Alejandro
consoló a los macedonios'
en "Nacimiento, hazañas y muerte 
de Alejandro de Macedonia"
trad. Carlos R. Méndez
ed. Gredos (1999)

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