Sucedió una vez que los vientos soplaron con fuerza sobre el Gran Agua y el hombre no pudo salir a pescar a causa del agitado estado de las aguas. Durante muchos días permaneció a la orilla, porque el océano, que generalmente estaba en calma, ahora estaba enfurecido, y las olas golpeaban la playa. Enseguida la gente necesitó pescado para poder comer. Y el niño dijo:
–Yo saldré con vosotros, porque puedo domar al Espíritu de la Tormenta.
El hombre no quería ir, pero finalmente escuchó las súplicas del muchacho y juntos salieron a pescar en el mar enfurecido. No habían ido muy lejos cuando se encontraron con el Espíritu de la Tormenta, que venía con salvaje furia desde el Sudoeste, la morada de los grandes vientos. Trató de volcar su barca, pero no tenía poder sobre ellos, porque el niño fue guiando la frágil barquilla por el agua y en torno suyo el mar estuvo inmóvil y en calma. Entonces el Espíritu de la Tormenta llamó a su sobrino, Nube Negra, para que le ayudase, y pronto vióse desde el Sudeste que venía presuroso en ayuda de su tío. Pero el niño le dijo al hombre:
–No tengas miedo, porque yo soy algo más que un rival para él.
Así que ambos se encontraron, pero cuando Nube Negra vio al niño desapareció rápidamente. Entonces el Espíritu de la Tormenta llamó a Niebla del Mar para que viniera y cubriera el agua, pensando que entonces la barca se perdería, si escondía la tierra de la vista del hombre y del niño.
Cuando el hombre vio a Niebla del Mar que se acercaba cubriendo el agua con su vapor gris, se asustó mucho, porque de todos sus enemigos del océano, éste era al que más temía. Pero el niño dijo:
–No te hará daño alguno, mientras yo esté contigo.
Y ciertamente así fue, porque cuando Niebla del Mar vio al niño sentado en la barca sonriendo, desapareció tan rápidamente como había venido. Y el Espíritu de la Tormenta muy enfadado se marchó a otro lugar, y aquel día no hubo más peligro alguno en el mar, cerca de las profundidades donde se pesca.
fragmento de 'El niño del cielo rojo del atardecer'
en "El niño del cielo rojo del atardecer
y otros cuentos indios del Canadá"
Cyrus MacMillan
trad. Carmen Bravo-Villasante
ed. Olañeta (1994)
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