Las nubes cubrieron el Monte Blanco pero del otro lado apareció el monte de Hina; cruzamos el puente de Asamutsu y llegamos a Tamae; las cañas de Tamae ya ostentaban henchidas espigas; atravesamos el Paso del Ruiseñor y el de la montaña de Yunoo y llegamos al castillo de Hiuchi; en el monte Kaeru oímos los primeros gritos de los gansos salvajes y en el puerto de Tsuruga, la tarde del día catorce del Octavo Mes, encontramos alojamiento. Esa noche la luna lucía extraordinariamente clara. Le dije al dueño de la posada: "Ojalá aparezca tan clara la de mañana, que es luna llena". Me contestó: "En estas tierras del norte no se sabe nunca cómo será la luna de mañana", y nos sirvió saké.
Matsuo Bashō (1644-1694)
fragmento de 'El Santuario de Kehi-no-Myo'
fragmento de 'El Santuario de Kehi-no-Myo'
en "Sendas de Oku"
trad. Octavio Paz y Eikichi Hayashiya
ed. Seix Barral (1981)
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