Entonces, Thorkill partió hacia las tinieblas. La estrella roja lo llevó a través de la playa hasta el pie del precipicio; allí, una empinada huella le permitió subir. En la cumbre se encontró con una cueva desde la cual salía la luminosidad roja que habían visto como una estrella roja. Thorkill metió la cabeza en la cueva. Allí vio un fuego del tamaño de una parva de paja y sentados alrededor, tres Gigantes negros.
–¿Me puedo sentar con ustedes? –preguntó Thorkill.
Los tres Gigantes negros giraron hacia la entrada de la cueva. Thorkill vio que tenían una nariz cornuda como la de las aves.
–¿Quién habló? –dijo el primer Gigante.
–Un marino de la Tierra de los hombres –dijo Thorkill.
–Siéntate, marino –dijo el Gigante siguiente.
Así entró Thorkill y se sentó en torno del fuego.
–¿Estamos lejos de la ciudad del tesoro de Garfred? –preguntó.
–Marino –dijo el tercer Gigante–, en esta tierra, todo debe ser pagado. Debes pagarnos primero por las cosas que deseas saber.
–¿Cuál será el costo? –preguntó Thorkill.
–Una buena verdad indiscutible –dijo el primer Gigante–. Aquí tratamos sobre Verdades Indiscutibles. Dinos la primera Verdad Indiscutible que venga a tu mente, y te diremos cómo llegar a la ciudad del tesoro de Garfred.
Así es que Thorkill les contó la primera Verdad Indiscutible que le vino a la cabeza:
–Nunca, en ningún hogar, he visto tres narices tan hogareñas.
Los tres Gigantes se estremecieron con gigantesco júbilo, de modo que tres sombras Gigantes subieron y bajaron en las paredes de la cueva alumbradas por la luz de la fogata.
–En verdad, una buena Verdad Indiscutible –dijo el Gigante siguiente–. Ahora te diremos cómo llegar y te daremos buenos consejos.
fragmento de 'Thorkill de Islandia'
en "Leyendas de los Héroes Vikingos"
Isabel Wyatt (1901-1992)
trad. Carlos Mordojovich
ed. Idunn (2013)
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