miércoles, 31 de diciembre de 2014

En manos del destino







   Un gran guerrero japonés, llamado Nobunagá, decidió atacar al enemigo aun cuando sus hombres eran sólo un décimo de los que le oponía la facción rival. Se hallaba cierto de vencer, pero sus soldados estaban en duda.
   Durante la marcha se detuvo ante un templo del Shintô y dijo a sus hombres:
   -Después que visite el santuario arrojaré una moneda al aire. Si sale cara, venceremos; si cruz, seremos vencidos. El destino nos tiene en su mano.
   Nobunagá entró en el santuario y ofreció una plegaria silenciosa. Al volver, arrojó una moneda. Salió cara. Sus soldados quedaron tan ávidos de lucha, que ganaron fácilmente la batalla.
   -Nadie puede torcer la mano del destino- le dijo su asistente después del combate.
   -No, en verdad- respondió Nobunagá, enseñando una moneda que había sido duplicada, de modo que mostraba cara de ambos lados.














de 'Carne Zen Huesos Zen 
-101 Historias Zen-'
comp. Nyogen Senzaki & Paul Reps
Ed. Estaciones (1989)

imagen: tsuba, guarda de sable japonés


martes, 30 de diciembre de 2014

tarde









– no bajes la persiana todavía,


pidió tu amiga esa tarde, Amelia


– falta que vuelvan dos barcos.















de "Napa" (2002)



lunes, 29 de diciembre de 2014

los puntos cardinales









La sagrada piedra roja, su piedra,
el ser rojo oculto en la tierra, 
la ceiba roja primigenia,
atributo principal del oriente,
el árbol rojo del monte,
su árbol,
los fríjoles rojos,
sus fríjoles,
sus aves rojas de cresta amarilla,
el rojo maíz tostado.

La sagrada piedra blanca, su piedra,
la piedra del norte,
la ceiba blanca primigenia,
su atributo principal,
el ser blanco oculto en la tierra,
las aves blancas, 
los fríjoles blancos,
el maíz blanco, su maíz.

La sagrada piedra negra, su piedra,
la piedra del poniente,
la ceiba negra primigenia,
su principal atributo,
el maíz negro, su maíz.
El camote negro, su camote,
las aves negras, sus aves,
su casa, la noche oscura,
el fríjol negro, su fríjol.

La sagrada piedra amarilla, su piedra,
la ceiba amarilla primigenia,
su atributo principal, 
el árbol amarillo del monte,
su árbol,
su camote amarillo,
las aves amarillas, sus aves,
El fríjol amarillo, su fríjol.














de 'La mentalidad maya'
-Textos Literarios-
edición de José Vila Selma
ed. Nacional (1981)

imagen: pintura mural de Bonampak





domingo, 28 de diciembre de 2014

¡Ay, para ver!










¡Ay, para ver!
Si quieres que cante caña,
caña te vengo a cantar:
caña dulce, caña guate
caña del cañaveral.
El lunes corté la caña,
el martes me fuí a moler,
el miércoles hice carga,
el jueves me fuí a vender,
el viernes me fuí a cobrar,
el sábado fuí a beber,
y el domingo amanecí
que no me podía tener.












Colombia
de 'Poesía Popular y Tradicional Americana'
comp. Lidia Rosalía de Jijena Sanchez
ed. Espasa-Calpe (1952)


sábado, 27 de diciembre de 2014

alas







   En su origen las montañas tenían grandes alas. Volaban por el cielo y se posaban en la tierra, a su capricho. Entonces la tierra temblaba y vacilaba. Indra cortó las alas a las montañas. Fijó las montañas a la tierra para estabilizarla. Las alas se convirtieron en nubes. A partir de entonces las nubes se recogen en torno a las cimas.

















citado en 'La ruina de Kasch'
Roberto Calasso
trad. Joaquín Jordá
ed. Anagrama (2000)





viernes, 26 de diciembre de 2014

principio







Hay momentos en que es mejor que nadie lo vea a uno. Se intentan gestos para los que no se está preparado. Y al principio uno se equivoca, como un mal acróbata. Pero, por decirlo de algún modo, se avanza a fuerza de inercia. Uno cae y se levanta.














Georges Simenon (1903-1989)
de 'Pietr el Letón'
trad. Joaquín Jordá
ed. Planeta (1994)





jueves, 25 de diciembre de 2014

la danza y el dolor








   Cada víspera de shabat Rabí Jaím de Kosov, el hijo de Rabí Méndel, bailaba ante sus discípulos reunidos. Su rostro estaba encendido, y todos sabían que cada paso contenía sublimes significados y obraba cosas sublimes. 
   Una vez, cuando estaba en medio de su danza, cayó un pesado banco sobre su pie y tuvo que detenerse por el dolor. Después le preguntaron sobre esto. "Me parece", dijo, "que el dolor se hizo sentir porque interrumpí la danza." 












Martin Buber (1878-1965)
'Cuentos Jasídicos'
–Los maestros continuadores I–
trad. Salomón Merener
ed. Paidós (1983)

imagen: detalle de la portada de los 'Cuentos Jasídicos'



miércoles, 24 de diciembre de 2014

Cómo el Niño llegó a sonreír










   Cuando José y María dejaron Nazaret para ir a declarar en Belén que Jesús descendía de David, lo que las autoridades habrían podido saber tan bien como nosotros, porque hacía mucho que estaba escrito, en ese tiempo entonces bajó una vez más en secreto el ángel Gabriel para inspeccionar el establo. Aún para un arcángel en su iluminación era difícil comprender por qué era precisamente en el más miserable de los establos que el Señor debía venir al mundo, y su cuna no ser más que un pesebre. Pero al menos Gabriel quería pedir al viento que no silbase demasiado fuerte por entre las grietas, y las nubes en el cielo no debían volver a fundirse en seguida por la emoción y cubrir al niño con sus lágrimas, y en cuanto al farol, había que recomendarle encarecidamente que sólo iluminase y que no encandilase y resplandeciese como la estrella de Navidad.
   El arcángel también sacó a todos los animales pequeños del establo, a las hormigas, a las arañas y a los ratones, mejor ni pensar en lo que podía suceder si María se espantara por un ratón. Sólo podían quedarse el burro y el buey; el burro porque, después de todo, debían tenerlo a mano para huir a Egipto, y el buey, porque era tan gigantesco y perezoso que todas las huestes del cielo no habrían podido sacarlo del lugar.
   Por último, Gabriel distribuyó un grupo de angelitos sobre las vigas del techo del establo, eran de esa clase de ángeles pequeños, formados casi sólo de cabeza y alas. Además sólo tenían que quedarse quietos y estar atentos e informar de inmediato si algo malo amenazara al niño en su desnuda pobreza. El poderoso lanzó otro vistazo a su alrededor, luego extendió sus alas y se fue volando.
   Todo estaba en orden. Aunque no tanto, porque aún había una pulga durmiendo en la cama de paja sobre el suelo. Sólo este diminuto monstruo se le había escapado al ángel Gabriel, es comprensible. ¿Cuándo un Arcángel ha tenido algo que ver con las pulgas?
   Una vez que hubo ocurrido el milagro, y el niño yacía encarnado sobre la paja, tan lleno de vida y tan conmovedoramente pobre, los ángeles que estaban debajo del techo no soportaron más de embelesamiento, y comenzaron a revolotear alrededor del pesebre como una bandada de palomas. Unos abanicaban al niño con balsámicas fragancias y otros estiraban y acomodaban la paja para que ningún tallito pudiese molestarlo o pincharlo.
   Pero con todo este bullicio la pulga que estaba en la cama despertó. De inmediato, se llevó un susto infernal porque pensó que alguien andaba tras ella, como de costumbre. Dio vueltas por el pesebre e intentó todas sus estratagemas hasta que, por último, en la más extrema necesidad, buscó refugio en la oreja del niño dios.
   –¡Discúlpame! –susurró la pulga sin aliento–, pero no puedo hacer otra cosa, si me atrapan, me matan. Enseguida vuelvo a desaparecer, divina gracia, sólo déjame encontrar la manera. –Echó un vistazo a su alrededor y de inmediato tuvo un plan. –Oye –dijo–, si junto todas mis fuerzas y te mantienes quieto, tal vez pueda alcanzar la pelada de San José, y de allí llegue a la cruz de la ventana y luego la puerta...
   –¡Entonces salta! –dijo el niño Jesús de manera inaudible–, yo me mantendré quieto.
   Y la pulga saltó. Pero al enderezarse y juntar las piernas debajo del vientre no pudo evitar hacer un poco de cosquillas al niño.
   En ese momento la madre de Dios sacudió a su esposo para despertarlo.
   –¡Mira! –dijo María radiante de felicidad–. ¡Ya sonríe!.











Karl Heinrich Waggerl (1897-1973)
'Historias íntimas del niño de Belén' (1968)
en "Las Aventuras del niño Jesús"
antología a cargo de Alberto Manguel
trad. Julio Sierra, Jorge Salvetti y Daniel Gigena
ed. Emecé (2007)

imagen: ícono ruso, mediados del siglo 17






martes, 23 de diciembre de 2014

miedo










Lo que con más fuerza crece es el miedo; es impensable lo poco que seríamos sin haber padecido miedo. Ningún miedo desaparece, pero sus escondrijos son indescifrables. De todas las cosas quizás sea el miedo la que menos cambia. Cuando pienso en mis primeros años lo primero que reconozco son sus miedos, de los que hubo una riqueza inagotable. Muchos de estos miedos los descubro sólo ahora; otros, que no hallaré jamás, deben constituir el misterio que me hace apetecer una vida eterna. 
















Elias Canetti (1905-1994)
"La lengua absuelta"
trad. Lola Díaz
ed. Alianza/Muchnik (1983)


imagen: Victor Hugo, Castillo sobre un lago (1857) -detalle, dibujo a pluma y aguada.



lunes, 22 de diciembre de 2014

el Juego del mundo









¿Por qué juega el niño al que Heráclito atribuye el Juego del mundo? Juega porque juega. El "porque" desaparece en el Juego. El juego no tiene "por qué". Juega mientras juega.


















Martin Heidegger (1889-1976)
El principio de la razón.
citado en 'El Correo de la Unesco"
de mayo de 1991, dedicado a El Juego


imagen: Los juegos infantiles (1560), cuadro de Bruegel el Viejo



domingo, 21 de diciembre de 2014

aguas












la noche transparente por encima de nosotros



en sus aguas sumergido el infinito















de 'Pliego' (2003)

imagen: Vija Celmins, "Holding onto the Surface" (1983)






sábado, 20 de diciembre de 2014

custodios










Otra entrada, según otros, se encuentra en los grandes montes de la Libia. Hermes indica así mismo uno en cierta parte del mar Rojo. Finalmente, para facilitarte la empresa, sábete que encontrarás la entrada de la Gruta de Mercurio y del Orbe heroico, no sólo en los lugares mencionados, sino igualmente en todos aquellos lugares minerales en los cuales a veces se suelen ver ciertos monstruos, llamados unos pigmeos, y otros gnomos, volcanes, salamandras. Habiendo dado la Divina Providencia –como afirman algunos– a cada cosa natural su custodio, esos ❲monstruos❳ están encargados de la guardia de los inexhaustos tesoros de la Tierra, es decir, de los metales, lo mismo que esos otros monstruos, llamados silvestres o silvanos, tienen a su cuidado las gemas y las piedras preciosas. Asimismo las ninfas, llamadas también ondinas, están encargadas de los tesoros que se esconden en el seno del vasto y profundo mar. Cada vez que en un lugar cualquiera aparezcan, pues, los susodichos seres, ello será indicio manifiesto de que allí hay tesoros grandísimos, como expertos mineralistas lo han observado por larga experiencia. En efecto, si al entrar éstos en las entrañas de un monte mineral descubren alguno de los susodichos monstruos que, según su propia costumbre, mostrándose todo risueño y festivo, da señal con sus gestos como si fuese a su encuentro, tienen en tal caso por cosa cierta que la mina les será útil y de grandísimo provecho. Pero si, por el contrario, el monstruo se muestra turbado y, lleno de desdén y de ira, se da a la fuga, ellos pierden toda esperanza de poder obtener allí ganancia alguna.












Cesare della Riviera
"El mundo mágico de los Héroes"(1603)
citado en "Los Místicos de Occidente III"
Elemire Zolla (1926-2002)
trad. José Pedro Tosaus Abadía
ed. Paidós (2000)

imagen:  ilustración de el Libro de imágenes 
para niños de F.J. Bertuch Nº 58



viernes, 19 de diciembre de 2014

upanisad










Y, cuando se duerme completamente, cuando no conoce nada, vuelve a través de los setenta y dos mil nervios llamados hitã, que se extienden desde el corazón al pericardio. Y permanece en el cuerpo. Vive como un niño, o un emperador, o un noble brãhmana, y al lograr la cima de la felicidad, se mantiene ahí.
















Gran Upanisad del Bosque
Brihadãranyaka Upanisad
segundo  adhyãya, 19
edición de Consuelo Martín
ed. Trotta (2002)

imagen:  diagrama tántrico de Nepal, siglo XVIII



jueves, 18 de diciembre de 2014

tras este muro








Un buen día se posó un cuervo negro en el muro. El príncipe le apuntó con el arco, iba ya a soltar la flecha, pero el cuervo le habló con voz humana:

–No me dispares tu flecha, príncipe, y te revelaré un gran secreto: tras este muro, en un jardín lleno de rosas y azucenas, están encerradas tres hermanas tuyas. Si quieres verlas, busca en la alcoba de la reina una olla de barro, y, debajo, encontrarás una llavecita de oro. Abre con ella la ventana del alto cuarto, en el que están tus hermanas, y déjalas que respiren aire fresco.

El cuervo agitó las alas y remontó el vuelo.

















"El libertador de la Princesa-Sol"
(fragmento)
Cuento popular lituano
trad. V. Uribes
ed. Progreso

imagen: ilustración de A. Makunaite



miércoles, 17 de diciembre de 2014

forma








Aparece, aparece, cualquiera que sea tu forma y tu nombre,

¡Oh, Toro de la Montaña, Serpiente de las Cien Cabezas, León de la Llama Ardiente!

¡Oh, Dios, Bestia, Misterio! ¡Ven!
















Eurípides (480 a.C.-406 a.C.)
'Las Bacantes'
citado en "El héroe de las mil caras"
Joseph Campbell
trad. Luisa Josefina Hernández
ed. Fondo de Cultura Económica (1984)


imagen: estatuilla de bronce, Sardinia


martes, 16 de diciembre de 2014

si uno empuja...







¡Si uno empuja una caja cuadrada, con todas las dificultades que eso implica, y a su lado hay un niño que juega a la pelota, uno se da cuenta!











Fernand Léger (1881-1955)

citado en "Las tácticas de Cronos"
Étienne Klein
trad. Gregorio Cantera
ed. Siruela (2005)

versión: Ricardo Messina

imágen: órbita (detalle) pastel tiza sobre canson


lunes, 15 de diciembre de 2014

alchimia I










   Con lo que acabo de decir puedes ver claramente por qué el grano de trigo ha de corromperse: esa putrefacción lo reblandece, engrasa, hincha y hace que abandone su envoltura. Con estas palabras quiero indicar que, a través de la putrefacción, el alma, o la vida encerrada en el grano, después de resucitada, se manifestará. En efecto, cuando el alma recupera su libertad, como si volviera a la vida, empieza produciendo una hojita tierna y después un pequeño tallo en el que, seguidamente, se fijará un brote. Crece aumentando poco a poco de tamaño con ayuda del calor aéreo y de la humedad terrestre, llegando hasta la altura conveniente a las espigas, para producir finalmente múltiples granos y paja, a la vez que pequeñas hojas sobre las que aparecen unas flores que antes estaban encerradas en ellas. Cuando los granos están maduros, como a causa del calor, son dotados por la Naturaleza con un color dorado.













Anónimo
'Instrucción de un padre 
a su hijo acerca del 
árbol solar' (1661)
trad. Santiago Jubany i Closas
ed. Indigo (1997)

imagen: lámina de la "Enciclopedia Escolar", 
edición "Cuadernos Sarmiento"



domingo, 14 de diciembre de 2014

brillo










Con qué brillo resplandece el hombre

que por primera vez emprende una cosa.



















proverbio tibetano
citado en "El arte de 
los antiguos y primitivos"
trad. Matilde Horne
ed. Carlos Hirsch (1963)

imagen: pintura tibetana, Ladakh



sábado, 13 de diciembre de 2014

caballos














el chasquido grato a pocos pasos


caballos en la oscuridad


arrancando pasto fresco





















–de la serie inédita 
"Suite Serrana"

imagen: pictograma de los Brulé Dakota





viernes, 12 de diciembre de 2014

los ciervos curanderos








En las montañas de Shanxi hay muchos ciervos. Las gentes del lugar se ponen cabezas de ciervo, se esconden entre los arbustos y hacen sonar un reclamo fabricado a partir de una hoja enrollada. Los ciervos acuden en masa. Como los machos son pocos y las hembras muchas, cada vez que un macho entra en la manada de hembras tiene por fuerza que aparearse con todas y al final muere de agotamiento. Las hembras, por el olor, saben que está muerto. Al punto se internan en el valle en busca de unas hierbas prodigiosas, vuelven con ellas en la boca al lado del muerto y se las restriegan por todo el cuerpo. El ciervo muerto revive al instante. Llegado este momento, los hombres del lugar que los están observando disparan sus trabucos y la manada huye, espantada. Luego recogen estas hierbas: según dicen, también pueden hacer revivir a las personas.













Pu Songling (1640-1715)
"Cuentos de Liao Zhai"
trad. Laura A. Rovetta 
y Laureano Ramírez
ed. Alianza (1985)

imagen: arte popular chino, almohadón bordado.





jueves, 11 de diciembre de 2014

herbario



















boceto tomado del natural 
en los últimos días de diciembre del 2005 
en la zona de Chascomús







miércoles, 10 de diciembre de 2014

mar mugiente










A los pocos días levantóse una violenta borrasca

y el mar, espumeante, rompía en torno a los barcos.

Mas Sigurd no perdió el ánimo, y siguió navegando.

Al doblar un promontorio, irguióse en el acantilado

un hombre que gritó:

≪¿Quién cabalga ahí sobre los potros de Revil,

en las olas tempestuosas del mar mugiente?

El sudor de las olas chorrea por los corceles de las velas.

La tempestad aniquila a los caballos del mar≫.

Sigurd repuso: 

≪¡Aquí está Sigurd sobre los árboles del mar.

soplan favorables los vientos de la muerte.

Escarpadas montañas de agua se derrumban sobre la roda.

El corcel del oleaje zozobra.

¿Quién es el que pregunta?≫













"Los Nibelungos"
fragmento de 'La venganza de Sigurd'
en "Leyendas Heroicas de los Germanos"
P. Walters y C. Petersen
trad. J. Gaos
ed. Revista de Occidente (1925)
versión: Ricardo Messina

imagen: ilustración de José Luis Pradera


martes, 9 de diciembre de 2014

el funámbulo













Una lentejuela de oro es un minúsculo disco de metal dorado, con un agujero. Delgada y ligera, puede flotar en el agua. Algunas veces una o dos quedan pegadas en los rizos de un acróbata.

Este amor –aunque casi desesperado, aunque cargado de ternura– que debes mostrar por tu maroma, tendrá tanta fuerza como demuestra el alambre para soportarte. Conozco los objetos, su malignidad, su crueldad, su gratitud también. La maroma estaba muerta –o, si quieres, muda, ciega–, has llegado: vivirá y hablará.

La amarás, y con un amor casi carnal. Cada mañana, antes de iniciar tu entrenamiento, cuando está tensa y vibra, ve a darle un beso. Pídele que te aguante y que te conceda la elegancia y el nerviosismo de la corva. Al finalizar la sesión, salúdala, dale las gracias. Cuando esté enrollada aún, por la noche, en su caja, ve a verla, acaríciala. Y posa, amablemente, tu mejilla en la suya.

Algunos domadores utilizan la violencia. Tú puedes intentar domar tu maroma. Desconfía. Al alambre, como a la pantera y, según dicen, como al pueblo, le gusta la sangre. Domestícala más bien.

Un herrero –sólo un herrero de bigotes grises y anchos hombros puede atreverse a tales delicadezas– saludaba así, cada mañana, a su amada, a su yunque:
   –¡Hola, hermosa!
Por la noche, terminada la jornada, su gruesa zarpa lo acariciaba. El yunque no era insensible a ello, el herrero conocía su emoción.

Carga tu alambre, con la más hermosa expresión, no tuya sino suya. Realizarás tus brincos, tus saltos, tus danzas –en argot de acróbata tus flic-flac, corveta, saltos mortales, ruedas, etc.– no para brillar sino con el fin de que un alambre que estaba muerto y sin voz cante por fin. Cómo te lo agradecerá si eres perfecto en tus actitudes, no por tu gloria sino por la suya.
   Que el público maravillado lo aplauda:
   –¡Qué sorprendente alambre!¡Cómo sostiene a su acróbata y cómo le ama!
A su vez, el alambre hará de ti el más maravilloso acróbata.














Jean Genet (1910-1986)
fragmento de "El funámbulo" 
en 'El objeto invisible' (1997)
trad. Manuel Serrat Crespo
ed. Thassàlia


lunes, 8 de diciembre de 2014

capacidad

   






   Nadie ignora que la capacidad de comunicar es para el hombre, como para cualquier especie viviente, la condición indispensable de su ser en el mundo, es decir de su supervivencia. Capacidad innata que normalmente nos hace aptos para distinguir entre nuestro medio ambiente inmediato y las representaciones que nos hacemos de él, nuestras imágenes mentales.
   A esta primera capacidad de adaptación al mundo en movimiento que nos rodea, se agrega otra mucho más compleja, la de distinguir entre lo que creemos real y por lo tanto verdadero, y lo que el otro individuo puede considerar como real y verdadero.

















Paul Virilo
"El arte del motor"
trad. Horacio Pons
ed. Manantial (1996)

domingo, 7 de diciembre de 2014

Ararat











Tuve la ocasión de observar 

las nubes rindiendo culto al Ararat.

Se movían con el movimiento descendente y ascendente de 

la crema entrando en un vaso de té dorado 

y dispersándose 

en forma de cúmulos tuberculares.













Ósip Mandelstam (1891-1938)
 fragmento de 'Ashtarak' 
"Armenia en prosa y verso"
versión: Ricardo Messina
sobre la trad. de Helena Vidal
ed. Acantilado (2011)


imagen: petroglifo de la región de Oughtasar