Un día el Zar, al inspeccionar sus tropas en el frente, no se percató que un soldado enemigo apuntaba su rifle contra él. Afortunadamente para el Zar, uno de sus leales soldados se dio cuenta a tiempo y pudo tirar de las riendas del caballo imperial y así evitar la tragedia. El Zar, agradecido, preguntó a su salvador: "Dime tu deseo secreto y considéralo cumplido." –"Majestad", dijo el soldado, "mi cabo es cruel; envíalo a otra compañía." –"¡Necio!", vociferó el Zar. "¿Porqué no pides ser ascendido a cabo?".
de "Four Hasidic Masters and their struggle against melancholy"
Elie Wiesel
ed. University of Notre Dame Press (1978)
versión R. M.