Pienso que de niños todos tenemos con la realidad una relación difuminada, emocional, soñada; todo es fantástico para un niño, porque es desconocido, nunca visto, nunca experimentado, el mundo se ofrece a sus ojos totalmente carente de intenciones, de significados, vacío de síntesis conceptuales, de elaboraciones simbólicas: es sólo un gigantesco espectáculo, gratuito y maravilloso, una especie de desterrada ameba que respira, donde todo vive, sujeto y objeto, confundido en un único flujo imparable, visionario e inconsciente, fascinante y aterrorizador, del cual no ha emergido todavía la divisoria de las aguas, el confín de la conciencia.
de 'VII' (fragmento)
en "Hacer una película"
Federico Fellini
trad. Guillermo Piro
ed. Perfil (1998)