sábado, 30 de abril de 2016

el desagüe







ese es el lugar me dijo retrocediendo entre las puertas abiertas así que avancé un par de pasos y me detuve de cara a la pared sin saber que esperaba cuando toda la casa vertió su memoria en un torrente invisible invertido elevado en esta fuerza magnética náufrago floté a la deriva por pasillos hasta el cuarto ella lo sabía sabía que encontraría el lugar la raja entre las maderas del piso el origen oculto la salida me aferraba a ella la grieta el desagüe con los dedos el llanto mi único asidero todo escapaba desbordante caudal se escurría por allí la casa desencallada se vaciaba a través mío.




















Ricardo Messina
inédito (2016)


viernes, 29 de abril de 2016

la oscuridad







Pero la oscuridad lo abarca todo:
formas y llamas, animales, yo,
tal como lo ha apresado:
personas y poderes.

Y puede ser:  una energía inmensa
se mueve junto a mí.

Creo en las noches.












Rainer Maria Rilke (1875-1926)
fragmento de 'El libro de la vida monástica'
en "El libro de las horas"
trad. Federico Bermúdez-Cañete
ed. Lumen (1999)

jueves, 28 de abril de 2016

canto






   En la iglesia de Arcival, Puy-de-Dôme, al comenzar un invierno amaneció en la torre del campanario un ángel que cantaba canciones dulcísimas, desconocidas, con las palabras más bellas e incomprensibles. Cantaba días enteros con la misma dulzura y no cansaba oírlo. No probaba alimento, permanecía en la misma postura, sin notar el templo ni el pueblo, y era imposible hallar fatiga en su voz. Los domingos, toda la población permanecía fuera de la iglesia sin comer, oyéndolo hasta que oscurecía. El ángel había llegado allí por error, perdido, confundido por el frío o por la noche. Poco antes que empezara a sentirse la primavera, el ángel desapareció, a media noche; un murmullo como de abejas al principio, y después como de ángeles riéndose, hablando, interrumpió la noche. Amaneció más temprano, con el aire menos frío, más despejado, con el cielo abierto, azul.














M.O. Mortenay (1877-1952)
'Canto'
en "Cuentos gnósticos"
trad. Carlos Montemayor
ed. Premia (1985)

miércoles, 27 de abril de 2016

alchimia X







   Esta cosa tiene tres ángulos en su sustancia, cuatro ángulos en su virtud, dos ángulos en su materia y un ángulo en su raíz. He pasado por muchos caminos y mi perro siempre ha estado cerca de mi. Ahora viene un lobo de Oriente y mi perro y yo somos de Occidente. El lobo ha mordido al perro y el perro ha mordido al lobo; los dos se han vuelto rabiosos y se matan el uno al otro. A partir de ellos se hará un gran veneno y después una triaca. Aquella es la piedra oculta tanto a los hombres como a los demonios.














Anónimo
en "La turba de los filósofos"
trad. Santiago Jubany i Closas
ed. Indigo (1997)

martes, 26 de abril de 2016

la vida floreciente







Amor.

Amor que enlaza.

Este se manifiesta en la masa de los miembros de los mortales:

ya, en efecto, se reúnen en el Uno a impulsos del Amor

todos los miembros del cuerpo en la cumbre de la vida floreciente,

como se dispersan de nuevo por el Odio funesto,

vagando cada uno por sí en torno al torbellino de la existencia.

Igual sucede en las plantas, los peces que viven en las aguas,

los animales salvajes que tienen su guarida en las montañas

y los pájaros de mar que se deslizan sobre sus alas.











Empédocles (495-430 a.C.)
fragmentos 18, 19 y 20
en "Sobre la naturaleza de los seres"
trad. Jose Barrio Gutierrez
ed. Aguilar (1981)

lunes, 25 de abril de 2016

los carpinteros






   En toda Escocia, y en todos los rincones de Inglaterra, Irlanda y Lochlann, la gente había oído hablar de cuán diestro era el Carpintero MacPheigh.
   Se creía en aquel tiempo que los carpinteros de Lochlann eran mucho más hábiles que los carpinteros irlandeses, escoceses o ingleses. Cuando los carpinteros de Lochlann tuvieron noticia de lo experto y hábil que era el Carpintero MacPeigh, varios de sus mejores hombres acordaron ir juntos a Escocia para verlo, competir con él en el arte de cepillar la madera y ver si estaba realmente a la altura de su fama. 
   Antes de partir, mandaron aviso al Carpintero MacPheigh diciéndole que iban a verle y a ponerlo a prueba, y que entonces sabrían quiénes eran más diestros en el arte de la carpintería, si los carpinteros escoceses o los del Lochlann. Dijeron también que el viaje a través del mar y sobre el lago Fyne lo harían montados en caballos de madera, de modo que el Carpintero MacPheigh los reconocería cuando los viera llegar de esa guisa sobre el lago Fyne.
















fragmento de 'El Carpintero MacPheigh'
en "Cuentos de las Tierras Altas escocesas"
comp. J. F. Campbell
trad. J. M. de Prada Samper
ed. Siruela (1999)

domingo, 24 de abril de 2016

la confesión






   He matado al hijo tricéfalo de Tvaṣṭṛ, he entregado los Arunmukha, los Yati a los lobos sãlãvṛka; violado muchos convenios, he golpeado en el cielo a los Prahlādīya, en la atmósfera a los Pauloma, en tierra a los Kālakāñja.



















'Indra enumera sus malas acciones'
en "El destino del guerrero"
Georges Dumézil 
trad. Juan Almela
ed. Siglo Veintiuno (2003)

sábado, 23 de abril de 2016

bruñido








O el mundo está bruñido con caballos encabritados















Aimé Césaire (1913-2008)
fragmento de 'Y los perros callaban'
en "Las armas milagrosas"
trad. Lizandro Z.D. Galtier
ed. Librerías Fausto (1974)

viernes, 22 de abril de 2016

mineralogía III






   Del décimoctavo grado del signo de Tauro es la piedra a que dicen alambari. Es fría en el tercer grado y seca en el comienzo del segundo; es hallada en las minas de greda. De estas piedras hay, de ellas, grandes y, de ellas, pequeñas, pero siempre son halladas en forma redonda. Su color es amarillo bien puro, pero hay algunas de ellas en que se hallan gotas verdes y son las mejores y de mayor virtud. Piedra es fuerte y difícil de quebrantar.
   Tiene tal virtud que el que la tiene en la boca no se embeoda por vino que beba, ni le hace mal el vino como al que no la tiene; y esta propiedad tiene trayéndola consigo, pero no tanta como si se la tuviese en la boca. Y si la metieren en cuba, o en tinaja, o en otra cosa que tenga vino, quítale la fortaleza de embeodar, mas no le quita el sabor que en sí tiene, y eso mismo hace a lo que el hombre bebe; por ello, los de la tierra de Occidente la suelen colgar a los niños a los cuellos para que no les haga el vino mal y se críen mejor y más deprisa bebiéndolo. Y por esta razón misma la engastan en sus vasos y en las otras cosas en que beben, para que les sepa bien el vino sin que les haga mal.
   La estrella que está en la raya entre el cuerno y la oreja septentrional de la imagen de Tauro tiene poder sobre esa piedra, que de ella recibe su virtud; y cuando ella está en el ascendente, muestra esta piedra más manifiestamente sus obras. 

















Alfonso X (1221-1284)
'De la piedra a que llaman alambari'
en "Lapidario"
versión: María Brey Mariño
ed. Castalia (1997)

jueves, 21 de abril de 2016

el pino








La lluvia moja el pino y refresca su sombra,
se lleva el viento las sutiles flores.
Una cigüeña solitaria, enamorada del silencio,
se detiene en el pino y no se va.














Tai Chu-Luen
(Dinastía Tang)
en "Poesía china: del siglo XXII A.C.
a las canciones de la revolución cultural"
trad. Marcela de Juan
ed. Alianza (1973)


miércoles, 20 de abril de 2016

temporalia XVI





   La memoria, pues, no es sensación ni juicio, sino un estado o afección de una de estas cosas, una vez ha transcurrido un tiempo. No puede haber memoria de algo presente ahora y en el tiempo presente, según se ha dicho, sino que la sensación se refiere al tiempo presente, la espera o expectación a lo que es futuro y la memoria a lo que es pretérito. Toda memoria o recuerdo implica, pues, un intervalo de tiempo. Por esto, sólo aquellos seres vivos que son conscientes del tiempo puede decirse que recuerdan y hacen esto con aquella parte del alma que es consciente del tiempo.

















Aristóteles (384-322 a.C.)
en "Del sentido y lo sensible" 
"De la memoria y el recuerdo"
trad. Francisco de P. Saramanch
ed. Aguilar (1962)

martes, 19 de abril de 2016

las hojas






   La hoja vuelve siempre su cara superior hacia el cielo por que pueda así recibir con toda su superficie el rocío que lentamente desciende del árbol. Las hojas se distribuyen sobre sus plantas de modo que se incomoden lo menos posible: terciándose unas de otras, tal como podemos ver en la hiedra que cubre los muros. Esta alternancia sirve a dos fines, a saber: dejar intervalos por los que el aire y el sol puedan penetrar y, una segunda razón, permitir que las gotas caídas de la primera hoja puedan caer sobre la cuarta o, en otros árboles, sobre la sexta. 



















Leonardo da Vinci (1452-1519)
en "Tratado de pintura"
trad. Angel Gonzáles García
ed. Nacional (1982)

lunes, 18 de abril de 2016

muda






Aristóteles en la Historia de los animales, VII, 1, 581 a: «El esperma hace su aparición en el hombre macho, lo más a menudo, a las dos veces siete años. Al mismo tiempo aparece el vello de los órganos genitales. De la misma forma, las plantas justo antes de dar las semillas, echan antes las flores. Esta observación fue hecha por Alcmeón de Crotona. Más o menos en la misma época, la voz comienza a transformarse, pasando a un registro más ronco y desigual. La voz ha dejado de ser aguda, a la vez que no es aún grave. Ya no está entera. Ya no es uniforme. Recuerda unos instrumentos de música cuyas cuerdas estuvieran destensadas y roncas. Es lo que se llama balar como un macho cabrío. Sucede, en semejante época, que los adolescentes que intentan provocar la emisión de esperma por frotamiento experimentan, en el momento en que sale el esperma, una voluptuosidad que no se distingue del dolor».










Pascal Quignard
en "La lección de música"
trad. Ascensión Cuesta
ed. Funambulista (2012)

domingo, 17 de abril de 2016

un solo limón











   Es sabido que todos los ogros viven en Ceylán y que todas sus vidas están en un solo limón. Un ciego corta el limón con un cuchillo y mueren todos los ogros.

















'El redentor secreto'
en "Cuentos breves y extraordinarios"
comp. J.L. Borges y A. Bioy Casares
ed. Losada (1976)

sábado, 16 de abril de 2016

virgen









«...encontré una virgen empapada en sudor en el fondo de una cueva de hielo»




















Maeterlinck (1862-1949)
en "Diccionario abreviado del surrealismo"
comp. A. Breton y P. Eluard
trad. Rafael Jackson
ed. Siruela (2003)

viernes, 15 de abril de 2016

demiurgo







  (I) En muchos pasajes Orfeo llama con precisión Fanes al unigénito hijo del dios. Cree en efecto que le es adecuado el nombre porque aparece (phainonti) por doquier eterna e invisiblemente y porque propicia que todas las cosas aparezcan (phanenai) de su anterior no-ser. Presenta a Fanes como demiurgo de todas las cosas [...] por cuya causa aparecieron (ephane) todas las cosas. (II) Asimismo lo llamaron Fanes, de «aparecer», porque cuando apareció, cuentan, la luz comenzó a brillar.
















fragmento de 'La teogonía de las rapsodias'
en "Hieros Logos: poesía órfica sobre los 
dioses, el alma y el más allá"
Alberto Bernabé
ed. Akal (2003)


jueves, 14 de abril de 2016

el país de los muertos





   Los mesopotamios, pensé, son una raza salvaje y perezosa. Al acercarme a lo que parecía un pueblo o un cementerio muy grande, observé que alguien se separaba del grupo de alfarería humana y echaba a correr a mi encuentro. En realidad, era más una marcha penosa que una carrera, dado que la ajustada envoltura que le vendaba de pies a cabeza dificultaba sus movimientos. Por el camino se le desprendió uno de los pies como una hoja seca de un árbol. 
   Cuando estuvo cerca empezó a gritar: "¿Qué nuevas traes, extranjero? ¿Qué nuevas traes?"
   Tenía un aspecto antiguo, aunque era joven: su rostro agrietado y moreno era el de un muchacho de no más de doce años.
   –Eres de Bagdad, ¿a que sí? –preguntó, exhalando nubes de polvo sobre mi cara. Esperé a ver que debía contestar.
   –De Bagdad, Amo. Llevo veinte días caminando.
   –¿Estás muerto?
   –No; creo que no. El señor Alcalde de Bagdad me ha pagado tres liards para que lleve este regalo al Rey de los judíos que vive en la frontera de Hungría. He tomado un atajo pasando por el país de los Muertos.
   –¿Eres esclavo?
   –Por supuesto que no –repliqué secamente–. Soy mendigo. 
   –¿Qué harás si no puedes salir del país de los Muertos? La puerta de piedra de Keckse está celosamente guardada.
   –Gritaré hasta el día del juicio; hasta que quede grabada mi voz en el centro de la tierra como los dibujos en las paredes de un urinario.
   –Sin embargo, puede que Keckse no se abra jamás.
   –Keckse se abrirá.
   Sacó la lengua, un mero hilo negro, y profirió una risotada como el último canto de un gallo decrépito.
   –¿Qué envía el señor Alcalde de Bagdad al Rey de los judíos?
   –Un juguete, Amo.
   –Aparte del juguete, ¿qué más llevas en la bolsa?
   Le dirigí una sonrisa astuta y sacudí mi pelo enmarañado.
   –Es un secreto; en esta bolsa llevo doce mil tesoros.
   Profiriendo otra risotada tan seca como la piel arrugada de su joven rostro, me acercó su cabeza al oído y me dijo: "Cuéntame una historia y te daré una porción de pastel funerario."
   –¿Tiene que ser verídica? –le pregunté, dejando mi bulto en el suelo.
   –Todas las historias son verídicas –dijo–. Empieza.












Leonora Carrington (1917-2011)
fragmento de 'La puerta de piedra'
en "El séptimo caballo y otros cuentos"
trad. Francisco Torres Oliver
ed. Siglo Veintiuno (2012)

miércoles, 13 de abril de 2016

un Golem






   Si los justos quisieran crear un mundo, podrían hacerlo. Combinando las letras de los inefables nombres de Dios, Rava consiguió crear un hombre y lo mandó a Rav Zera. Éste le dirigió la palabra; como el hombre no respondía, el rabino le dijo: "Eres una creación de la magia; vuelve a tu polvo".
   Dos maestros solían, cada viernes, estudiar el Sepher Yezirah y crear un ternero de tres años que luego aprovechaban para la cena.















'un Golem'
del Senhedrin, 65, b.
en "Cuentos breves y extraordinarios"
comp. J.L. Borges y A. Bioy Casares
ed. Losada (1976)

martes, 12 de abril de 2016

los líquenes







   Yo caminaba entre las ondulaciones de una tierra lavada, los alientos secretos, las plantas sin memoria. La montaña se levantaba, frasco lleno de sombra al que estrechaba un instante el gesto de la sed. Mi huella, mi existencia se perdían. Tu rostro se deslizaba hacia atrás ante mí. No era más que una mancha en busca de la abeja que la haría flor y la declararía viva. Íbamos a separarnos. Tú permanecerías sobre la meseta de los aromas y yo penetraría en el jardín del vacío. Allí, bajo la protección de las rocas, en la plenitud del viento, yo pediría a la noche verdadera que dispusiera de mi sueño para aumentar tu dicha. Y todos los frutos te pertenecerían.


















René Char (1907-1988)
'los líquenes'
en "Común presencia"
trad. Alicia Bleiberg
ed. Alianza (2007)

lunes, 11 de abril de 2016

las marionetas





   Coincide que los maestros taoístas son también a veces marionetistas. La manipulación de muñecos con hilos (kuilei) es considerada por algunos la forma de teatro más antigua de China. (...)
   El papel religioso del teatro de marionetas es aún más evidente que el teatro de actores humanos. Es raro que se llame a los marionetistas por el mero espectáculo: las marionetas tienen un poder que hace de ellas auxiliares preciosos en la lucha contra las malas influencias, por lo que se invita a la compañía sobre todo para exorcizar males en caso de incendio, inundación, sequía y epidemia, o bien para purificar casas y templos de nueva construcción, o también cuando se presentan ofrendas importantes a las divinidades o a las almas errantes. Los muñecos no representan simplemente a los dioses, sino que son los propios dioses. 
   Una compañía se compone en principio de treinta y seis cuerpos y setenta y dos cabezas, que suman un número de ciento ocho, correspondiente al conjunto de constelaciones. Las marionetas representan, pues, todas las esencias del universo. Antes de entrar en acción, las marionetas se consagran del mismo modo que las estatuas de las divinidades y las tablillas de los antepasados, y quedan animadas de un poder espiritual que es el de los dioses a quienes representan. Tan temible es su fuerza que, cuando expulsan a los demonios con sus cantos y danzas o cortan a los demonios invisibles con sus armas en miniatura, nadie se atreve a mirar. La orquesta toca, el maestro de marionetas recita las fórmulas sagradas, los muñecos se mueven... Pero el espacio ante el escenario permanece vacío, porque las buenas gentes se encierran en sus casas, temiendo que los demonios, en pleno pánico, tomen sus cuerpos como refugio.












Kristofer Schipper
en "El cuerpo taoísta"
trad. Joaquín Pérez Arroyo
ed. Paidós (2003)

domingo, 10 de abril de 2016

la abejas








Toma con alegría de mis manos
un poco de sol y otro poco de miel,
como nos mandaron las abejas de Perséfone.

No es posible soltar las amarras de una lancha sin amarras.
No es posible oír una sombra calzada de pieles.
No es posible dominar el miedo en una vida espesa.

Solamente nos quedan unos besos,
peludos, como abejas pequeñas,
que mueren al volar de la colmena.

Susurran en los matorrales transparentes de la noche,
su patria es el bosque espeso del Taigeto,
su alimento: el tiempo, la borraja, la menta...

Toma, pues, con alegría mi silvestre regalo:
un collar seco y sin encanto
de abejas muertas, por la miel transformadas en sol.





















Osip Mandelstam (1891-1938)
XXXVI (de Tristia)
en "Poesía"
trad. Aquilino Duque
ed. Vaso Roto (2010)

sábado, 9 de abril de 2016

estupor






   Patroclo acometió furioso a los teucros: tres veces los acometió, cual si fuera el rápido Ares, dando horribles voces; tres veces mató nueve hombres. Y cuando, semejante a un dios arremetiste, oh Patroclo, por cuarta vez, vióse claramente que ya llegabas al término de tu vida, pues el terrible Febo salió a tu encuentro en el duro combate. Mas Patroclo no vio al dios; el cual, cubierto por densa nube, atravesó la turba, se le puso detrás, y alargando la mano, le dio un golpe en la espalda y en los anchos hombros. Al punto los ojos del héroe padecieron vértigos. Febo Apolo le quitó de la cabeza el casco con agujeros a guisa de ojos, que rodó con estrépito hasta los pies de los caballos; y el penacho se manchó de sangre y polvo. Jamás aquel casco, adornado con crines de caballo, se había manchado cayendo en el polvo, pues protegía la cabeza y hermosa frente del divino Aquileo. Entonces Zeus permitió también que lo llevara Héctor, porque ya la muerte se iba acercando a este caudillo. A Patroclo se le rompió en la mano la pica larga, pesada, grande, fornida, armada de bronce; el ancho escudo y su correa cayeron al suelo, y el soberano Apolo, hijo de Zeus, desató la coraza que aquél llevaba. El estupor se apoderó del espíritu del héroe, y sus hermosos miembros perdieron la fuerza. Patroclo se detuvo atónito, y entonces desde cerca le clavó aguda lanza en la espalda, entre los hombros, el dárdano Euforbo Pantoida; el cual aventajaba a todos los de su edad en el manejo de la pica, en el arte de guiar un carro y en la veloz carrera, y la primera vez que se presentó con un carro para aprender a combatir, derribó a veinte guerreros de sus carros respectivos. Éste fue, Oh  caballero Patroclo, el primero que contra ti despidió su lanza, pero aún no te hizo sucumbir. Euforbo arrancó la lanza de fresno; y retrocediendo, se mezcló con la turba, sin esperar a Patroclo, aunque le viera desarmado; mientras éste, vencido por el golpe del dios y la lanzada, retrocedía al grupo de sus compañeros para evitar la muerte.
   Cuando Héctor advirtió que el magnánimo Patroclo se alejaba y que lo habían herido con el agudo bronce, fue en su seguimiento, por entre las filas, y le envainó la lanza en la parte inferior del vientre, que el hierro pasó de parte a parte; y el héroe cayó con estrépito, causando gran aflicción al ejército aqueo. Como el león acosa en la lucha al indómito jabalí cuando ambos pelean arrogantes en la cima de un monte por un escaso manantial donde quieren beber, y el león vence con su fuerza al jabalí, que respira anhelante, así Héctor Priámida privó de la vida, hiriéndole de cerca con la lanza, al esforzado hijo de Menetio, que a tantos había dado muerte.














Homero (c. siglo VIII a. C.)
fragmento del Canto XVI
'Patroclea'
en "La Ilíada"
trad. Luis Segalá y Estalella
ed. Losada (1971)

viernes, 8 de abril de 2016

el campo de batalla






   Nos entregábamos con mucho celo a nuestra tarea de reconocedores del terreno y por ello tuvimos acceso con frecuencia a lugares que poco antes habían sido intransitables. Echábamos así una ojeada a los fenómenos ocultos que acontecen en el campo de batalla. En todas partes topamos con las huellas de la Muerte; parecía que ningún alma viviente habitara aquel desierto. Aquí yacía, detrás de un seto derruido, un grupo de hombres; los cuerpos estaban aún cubiertos por la tierra reciente que sobre ellos había caído como una lluvia después de la explosión. Allí yacían dos enlaces, derribados junto a un embudo del que seguía brotando el vaho sofocante de los gases explosivos. En otro lugar encontramos numerosos cadáveres diseminados en una pequeña extensión: allí había muerto sin duda una unidad de camilleros, caída en el centro de un remolino de fuego, o tal vez fueran los hombres de una sección de la reserva que se habían extraviado. Nosotros aparecíamos y abarcábamos de una ojeada los secretos de aquellos rincones mortales; luego desaparecíamos.
















Ernst Jünger (1895-1998)
en "Tempestades de acero"
trad. Andrés Sánchez Pascual
ed. Tusquets (2011)

jueves, 7 de abril de 2016

solo







   Una tarde, meses antes que mi hermano Krikor viniese a casa con los libros, yo mismo salté a un tren de mercancías en marcha. Era un tren de mineral lleno de de pedazos de roca del tamaño de huevos, que venía de las montañas de Sierra Nevada. Me subí al montón más alto de mineral y me puse a mirar desde allí el mundo. Era muy hermoso y muy melancólico. Y seguí adelante. Iba acercándome a una de aquellas enormes misteriosas ciudades del mundo, y tenía miedo. Quería ir, pero tenía miedo. Sólo una vez, por una fracción de segundo, dejé de tener miedo. Estaba una vaca entre la hierba alta muy cerca de la vía, mirando al tren, y cuando vi la vaca y sentí un poco de su muda admiración, de su soledad y su fuerza, entonces yo, por una fracción de segundo, me sentí también fuerte y no tuve miedo. Un momento después, sin embargo, estaba medio muerto de pánico. El tren corría demasiado de prisa para poder tirarme. Y sentí en un momento la angustia de toda una vida. La casa quedaba perdida: los cuartos de la casa y las mesas y también las sillas. Ya no volvería a ver jamás a mi hermano Krikor, ni a mi madre, ni a mis hermanas, ni a las mil caras conocidas. Y me puse a llorar, porque creí que el tren ya no pararía hasta que llegase a una de aquellas grandes ciudades del mundo, muy lejos de mi casa, dejándome entre gentes extrañas.
   El tren, sin embargo, paró en Málaga de California. Me tiré abajo y empecé a andar en dirección a casa. Era largo el camino: siete millas. Al cabo de un rato, eché a correr. Cuando se hizo de noche, sentí dentro de mí ese miedo tremendo, ese miedo universal, invencible, de todo chico que está solo y lejos de los lugares que conoce. Tenía miedo de que no iba a llegar a casa. Y corrí hasta que ya no pude más. Recuerdo claramente todos los ruidos melancólicos de la noche: el canto de los grillos, de las ranas, de los pájaros, el olor de la tierra a medida que iba refrescando, lo extrañas que son todas las cosas en la oscuridad.
   Árboles que a la luz del día eran hermosos y apacibles, en las tinieblas de la noche se volvían feos, hostiles. Era la sombra de la noche, tan distinta de la buena sombra del día que solamente os hace sentir de un modo más profundo la buena realidad de todas las cosas, con forma y con sustancia. Era la sombra oscura, el silencio, el vacío del mundo. Pero lo más tremendo de todo era el súbito rompimiento con todo el mundo familiar. La sensación de estar perdido. de estar todo en suspenso. de extravío. Eso de que un árbol no fuera ya un árbol. Que se volviera como un símbolo, temerosamente recordado, el símbolo de alguna desgarrante y enloquecedora tragedia. 
   Sentía un desgajamiento horroroso del mundo. Tenía un miedo tremendo de no poder llegar ya nunca a casa. Yo nunca había tenido miedo de los hombres, porque por los cafés y tabernas de la ciudad, donde yo iba vendiendo periódicos, había encontrado a los peores de ellos siendo bondadosos conmigo y hasta protegiéndome, como si también ellos hubieran sentido y recordasen un peligro así. A lo que yo le tenía miedo era a esto. Esta fuerza oscura, mala y omnipotente. Temía una misteriosa, ineluctable desintegración de mi propio ser íntimo, que me destrozase con la misma facilidad con que un soplo de viento echa a tierra el brote de un árbol. Temía la aparición dentro de mí de alguna lúgubre presencia que anularía instantáneamente mi cohesión, cancelando este siglo tras siglo de humanidad mortal acumulado en mi pobre persona. Cualquier chico que se ha encontrado solo y lejos de casa por la noche ha sentido esto. 





















William Saroyan (1908-1981)
fragmento de 'La vuelta al 
mundo con el general Grant'
en "Como un cuchillo, como una flor, 
como absolutamente nada en el mundo"
trad. Ignacio Rodrigo y otros
ed. José Janés (1948)

miércoles, 6 de abril de 2016

astilla









La voz del último grillo
cruzando la primer helada
es una especie de despedida.
Tan delgada una astilla de canto.









The voice of the last cricket
across the first frost
is one kind of good-by.
It is so thin a splinter of singing.













Carl Sandburg (1878-1967)
'Splinter'
en "Harvest Poems"
ed. Harves/HBJ (1988)

versión: Ricardo Messina


martes, 5 de abril de 2016

los enigmas






   –Traed el sol, hijos míos. Y que sea extendido en mi plato. Que en él esté clavada la lanza del cielo, en medio de su corazón. Sobre el sol ha de estar sentado el Gran Tigre, bebiendo su sangre.
   
   –Que vayan a traer los sesos del cielo, para que los vea el verde, agazapado encima bebiendo su sangre.

   –Hijo mío, ve a traerme la flor de la noche, se le dirá.














'Adivinanzas del Chilam Balam de Chumayel'
en "La mentalidad Maya"
Jose Vila Selma
ed. Nacional (1981)

lunes, 4 de abril de 2016

a la medianoche








Hoja verde de tres lunas,
¿qué hoja se bate
a la medianoche
con temblor de muerte?

La hoja del tilo
con la hoja del álamo.

Su charla comienza,
¿pero quién la entiende?




















en "Doinas y baladas populares rumanas"
trad. Maria Teresa León y Rafael Alberti
ed. Losada (1963)



domingo, 3 de abril de 2016

hacia el norte






   Nandin vagó por el triple universo y llegó a Amāravatī, donde vio a Airāvata, el elefante de Indra, con su cabeza mirando hacia el norte. Cuando el poderoso Nandin vio a Airāvata echado mirando hacia el norte, quiso cortarle la cabeza, pero el elefante comenzó a barritar y bramar, y Śakra llegó allí con los otros dioses y dijo: «¿Quién eres tú, que has venido de esta forma extraordinaria para matar al elefante? ¿Quién te envía y por qué llevas una espada en la mano?». Nandin dijo: «Soy Nandin, el servidor de Śiva, y he venido por orden suya. Cogeré la cabeza de Airāvata y se la daré a Śambhu. La cabeza del hijo de Śiva, que miraba hacia el norte, cayó de la mano de Śiva debido a su destino nocivo, y una voz del cielo dijo: "Cuando la cabeza de alguien que esté echado mirando hacia el norte sea sujetada a este cuerpo, daré al hijo de Śiva una cabeza y le traeré a la vida". Por eso, cortaré la cabeza de tu rey de los elefantes. Si deseas conservar tu propio aliento vital, abandona tu esperanza por Airāvata y vete, pues nadie es más conveniente que Airāvata para dar el aliento vital al hijo de Śiva».
   Cuando el gran Indra oyó estas palabras de Nandin, se enfureció; convocó a todos los dioses y contestó a Nandin: «¿Cómo puedes tú, el favorito de Śambhu que vive en el desierto, tener la intención de destrozar a mi elefante por la fuerza estando yo, el rey de los dioses, vivo?»












fragmento del 'Bṛhaddharma Purāṇa'
en "Mitos hindúes"
Wendy Doniger O'Flaherty
trad. Maria Tabuyo y Agustín López
ed. Siruela (2004)

sábado, 2 de abril de 2016

el vaso de agua






   Es con los dientes limpios, frescos y pulidos del vaso de vidrio que se llevan mejor los labios del agua, luego la lengua y súbitamente el alma profunda del agua, cuando apoyo ese vaso en mi propia boca. 
   Me gusta menos la dentición tosca y un tanto porosa de las tazas o cazuelas de arcilla o de loza, menos la dentición gruesa de las jarras, menos la dentadura metálica de cálices y cubiletes.
   Y la alegre dentición de las tazas de porcelana se adecua mejor, no sé por qué, al aliento caliente del café y de las infusiones.



















Francis Ponge (1899-1988)
fragmento de 'El vaso de agua'
en "Métodos"
trad. Silvio Mattoni
ed. Adriana Hidalgo (2000)

viernes, 1 de abril de 2016

fuente










mira esto es lo que soy ahora

anunciaste saliendo de la fuente

























Ricardo Messina
versión sobre el poema 
publicado en "Napa" (2002)