(Olav) Ha subido hasta las nubes y bajado a lo profundo del mar y viajado sobre agua santa y sobre valles bajos. No vio las aguas, porque fluyen bajo tierra. Con su caballo, acompañado por su perro, pasó por entre zarza y cardo, y se desgarró su capa escarlata y le fueron arrancadas las uñas de los pies. El alma le fue extraída del cuerpo a través de un angosto anillo; la capa escarlata volvió a sufrir y le arrancaron las uñas de las manos. Llegó al puente Gjallar, tan alto en el aire, cubierto de oro rojo y adornado con pináculos dorados. Una serpiente, un perro y un toro había ahí, feroces y coléricos, para impedirle el paso. No obstante, Olav cruzó el puente y también vadeó un cenagoso pantano, donde jamás el pie encuentra apoyo. El puente, nos dice, estaba lleno de agudos ganchos en hilera, y el pantano hedía. Llegó después a los lagos solitarios donde el titilante hielo arde azul, y en seguida a hermosas tierras donde vio el brillante paraíso.
'El sueño de Olav Åsteson' (fragmento)
de "Literatura de visiones" cap. IV
en "El otro mundo en la literatura medieval"
Howard Rollin Patch
trad. Jorge Hernández Campos
ed. Fondo de Cultura Económica (1956)