sábado, 31 de diciembre de 2016

los mundos








Como en un espejo, así en uno mismo;
como en el sueño, así en el mundo de los antepasados;
como en las aguas se muestra en derredor,
así en el mundo de los gandharvas;
como en la sombra y la luz, así en el mundo del brahman.
























'Sexta Liana, 6.5.'
del "Kaṭha Upaniṣad"
en "La ciencia del brahman"
trad. Ana Agud y Francisco Rubio
ed. Trotta (2000)

viernes, 30 de diciembre de 2016

entre las imágenes del cielo (temporalia XXIII)







Contra el opio del tiempo que transcurre (...) no ha crecido hierba alguna. El sol de invierno presagia la presteza con la que se extingue la luz en las cenizas y nos envuelve la noche. Las horas se van hilvanando una tras otra. Incluso el mismo tiempo envejece. Pirámides, arcos de triunfo y obeliscos son columnas de hielo que se derriten. Ni siquiera aquellos que encontraron un lugar entre las imágenes del cielo han podido mantener su fama eternamente. Nimrod se ha perdido en Orión, Osiris en Sirio. Las mayores estirpes apenas han sobrevivido a tres robles. Dar el propio nombre a cualquier obra no asegura a nadie el derecho al recuerdo, pues quién sabe si precisamente las mejores no habrán desaparecido sin dejar huella. Las semillas de la amapola crecen por doquier (...)

















W. G. Sebald (1944-2001)
en "Los anillos de Saturno"
trad. Carmen Gómez y Georg Pichler
ed. Debate (2000)








jueves, 29 de diciembre de 2016

la lluvia








Estoy calado hasta los huesos...
(Y ¿qué es lo que tenemos aquí?)
Ah, la piedra que marca el camino












Shitodo ni nurete
kore wa
michishirube no ishi











Taneda Santoka (1882-1940)
de 'Lluvia'
en "Saborear el agua"
trad. Vicente Haya y Hiroko Tsuji
ed. Hiperión (2004)

miércoles, 28 de diciembre de 2016

partitura manuscrita





Por los ríos de Babilonia...



¿Dónde está tu mano ahora, arquitecto de lo no visible, arpista de siringas y difunto sembrador de este arco iris conformado por las voces de aves extintas posadas como notas temblorosas sobre alambre de púa? ¿Recuerdas ese lugar, cargas todavía con él, como una leve cojera, o una pequeña indivulgable añoranza del hogar, son lícitas semejantes cosas donde estás? Ese lugar donde nadie se atrevería a sollozar, ni pensar en sentarse. Donde los captores no requerían de nadie una canción, indiferentemente permitiendo la tuya; incluso escuchando cortésmente con sus tristes ojos de perros de presa por un rato. Antes de encogerse de hombros, y volver al trabajo.










By the rivers of Babylon...


Where is your hand now, architect of the unseeable, syrinxes' harpist and departed sower of this rainbow made up of the voices of extinct birds perched as shivering notes along barbed wire? Do you remember that place, still endure it, like a slight limp, or a small undivulgable homesickness, are such things erlaubt where you are? That place where no one would dare weep, let alone sit down. Where the captors required of nobody a song, indifferently allowing yours; even listening politely with their sad attack dogs' eyes awhile. Before shrugging, and getting back to work.


'Manuscript score of Messiaen's Quartet for the End of Time'










Franz Wright (1953-2015)
'Partitura manuscrita para el "Cuarteto para el Fin de los Tiempos" de Messiaen'
en "Kindertotenwald"
ed. Alfred A. Knopf (2011)

versión: Ricardo Messina








martes, 27 de diciembre de 2016

tocado








Y así también yo he sido tocado por esa felicidad.
También yo he tenido la fortuna de saber que se 
puede llegar cada día a la cita con un trozo de
espacio construido como una persona viva.


























Boris Pasternak (1890-1960)
'Salvoconducto'
citado en "Qué es la tradición"
Elémire Zolla
trad. Julià de Jòdar
ed. Paidós (2003)

lunes, 26 de diciembre de 2016

un punto de su superficie








   Siempre ha representado para mí un hecho notable ver cómo la vida aparentemente más prosaica se entusiasma en un punto de su superficie, sin saber el porqué, sin apuntar a ningún fin, pero de ningún modo sin sentido, y muchas veces en un desajuste tal con su entorno que raya en el ridículo. El maestro de campo que colecciona cascos viejos de vasija y denarios romanos, el pequeño comerciante que abandona repentinamente su negocio y aprende griego para poder cavilar mejor sobre los silogismos, el cerrajero que ha leído a Walt Whitman y lo vuelve a leer constantemente y no lee ningún otro libro. Tales hechos manifiestan del modo más claro que la vida se mueve sobre la base de razones muy misteriosas pero de ningún modo acordes a un fin. Por doquier lo invisible lanza sus anzuelos secretos hacia nosotros e incluso la cosa más ínfima y más alejada rebosa de aquella vida mística de la que nosotros mismos no somos más que una parte minúscula. La experiencia mediante la cual Jakob Böhme sintió de repente todo el amor de Dios al contemplar una vasija de estaño no es en absoluto de naturaleza extraordinaria y tal vez sea más importante de lo que suponemos que esa vasija fuera precisamente de estaño.


















Ernst Jünger (1895-1998)
en "Anotaciones del día y de la noche"
trad. Enrique Ocaña
ed. Tusquets (2013)

domingo, 25 de diciembre de 2016

la rosa










Bajo la peña nace


La rosa que no quema el aire.




















Villancico (fragmento)
de Esteban de Zafra (s. XVI)
en "Hijo del Alba"
ed. Imprenta López (1943)

sábado, 24 de diciembre de 2016

la pausa








1.   Y encontró allí mismo una gruta, e hizo entrar en ella a María. Y, dejando a sus hijos cerca de ésta, fue en busca de una partera al país de Bethlehem.
2.   Y yo, José, avanzaba, y he aquí que dejaba de avanzar. Y lanzaba mis miradas al aire, y veía el aire lleno de terror. Y las elevaba hacia el cielo, y lo veía inmóvil, y los pájaros detenidos. Y las bajé hacia la tierra, y vi una artesa, y obreros con las manos en ella, y los que estaban amasando no amasaban. Y los que llevaban la masa a su boca no la llevaban, sino que tenían los ojos puestos en la altura. Y unos carneros conducidos a pastar no marchaban, sino que permanecían quietos, y el pastor levantaba la mano para pegarles con su vara, y la mano quedaba suspensa en el vacío. Y contemplaba la corriente del río, y las bocas de los cabritos se mantenían a ras de agua y sin beber. Y, en un instante, todo volvió a su anterior movimiento y a su ordinario curso. 





















'Pausa en la naturaleza'
del "Protoevangelio de Santiago" cap. XVIII
en "Evangelios Apócrifos I"
trad. Edmundo Gonzáles-Blanco
ed. Hyspamérica (1985)

viernes, 23 de diciembre de 2016

la tierra de los árboles







Hubo en un siglo un día que duró muchos siglos.






   Seis hombres poblaron la Tierra de los Árboles : los tres que venían en el viento y los tres que venían en el agua, aunque no se veían más que tres. Tres estaban escondidos en el río y sólo les veían los que venían en el viento cuando bajaban del monte a beber agua.
   Seis hombres poblaron la Tierra de los Árboles.
   Los tres que venían en el viento correteaban en la libertad de las campiñas sembradas de maravillas. 
   Los tres que venían en el agua se colgaban de las ramas de los árboles copiados en el río a morder las frutas o a espantar los pájaros, que eran muchos y de todos colores.
   Los tres que venían en el viento despertaban a la tierra, como los pájaros, antes que saliera el sol, y anochecido, los tres que venían en el agua se tendían como los peces en el fondo del río, sobre las yerbas pálidas y elásticas, fingiendo gran fatiga; acostaban a la tierra antes que cayera el sol. 
   Los tres que venían en el viento, como los pájaros, se alimentaban de frutas.
   Los tres que venían en el agua, como los peces, se alimentaban de estrellas.
















Miguel Angel Asturias (1899-1974)
'Leyenda del volcán' (fragmento)
en "Leyendas de Guatemala"
ed. Salvat (1970)


jueves, 22 de diciembre de 2016

de cómo entró en el mar








   E iban ellos tranquilamente de camino, bordeando la orilla de la mar, cuando le vino asohora talante de emprender una hazaña desusada.
   Alzando, pues, el brazo, mandó descabalgar y dijo a Antíoco que fuese hasta un castillo que yacía cerca de la playa y encargase a los menestrales el fraguar una gran cuba de vidrio y que luego le ajustasen cinchos gruesos y argollas de metal para trincarla con maromas y todo ello por ser su voluntad el entrarse en aquél piélago y ver qué vida hacían los peces en el fondo. Y cumplió Antíoco el mandado, fue templada la tinaja y la trajeron a la costa.
   Con gran cuidado entonces la cargaron en un barco y navegó Alejandro, acompañado de algunos caballeros, hasta el medio de la mar; y al anclar en aquel sitio, les dijo estas palabras: «Tened el ojo siempre puesto en las cuerdas que, cuando las sacuda, será esa mi señal para que me trabéis de nuevo arriba». Y dicho esto, se embauló Alejandro en la cuba, la echaron en las aguas y bajó el rey a escudriñar lo que guardaban.
   Y al poco rato vio asomar un peje, muy grande y muy luengo, y contemplábalo Alejandro, asaz maravillado de su enorme desmesura, que todo un día se estuviera mirándolo pasar y, a veinticuatro horas bien contadas, la cola no era aún aparecida.
   Y vio también las guerras que lidiaban los cardumes y cómo se tenían gran inquina, que se daban terribles coletazos y muy enconadamente se mordían, y dijo en su corazón: «He aquí que, como los hombres en la tierra, también los peces en la mar se echan celadas y con grande saña se combaten».


















'De cómo Alejandro entró en el mar' (fragmento)
en "Nacimiento, hazañas y muerte de Alejandro de Macedonia"
trad. Carlos R. Méndez
ed. Gredos (1999)









miércoles, 21 de diciembre de 2016

acaso







N.

¿Vendrá él, acaso?


H.

                                ¿No escucháis, 
estrellas puras?
























Stepháne Mallarmé (1842-1898)
'Herodias' - Escena II (fragmento)
en "Obra poéticaº
trad. Blas Matamoro
ed. Ediciones del Mediodía (1967)

martes, 20 de diciembre de 2016

las aves que hicieron nido








Las aves que hicieron nido
en árbol de hojas cargado,
lo miran desconocido
cuando lo ven deshojado.

























'Las aves que hicieron nido' -Argentina- (fragmento)
en "Poesía popular y tradicional americana"
comp. Lidia Rosalía de Jijena Sánchez
ed. Espasa-Calpe (1952)


lunes, 19 de diciembre de 2016

la pobre cosa





   Había un hombre en la isla que pescaba para matarse el hambre y que se jugaba la vida para salir al mar entre cuatro tablas. Aunque tenía mucho trabajo, era de alegre corazón y las gaviotas lo oían reír cuando lo salpicaba la espuma. Y aunque su saber era poco, era un hombre animoso, y cuando un pez mordía el anzuelo en medio del mar, él bendecía a Dios sin pesar la pesca. Era muy pobre de bienes y muy feo de cara, y no tenía mujer.
   En época de pesca, el hombre se despertó en su casa cuando promediaba la tarde. El fuego estaba ardiendo y subía el humo y bajaba el sol por la chimenea. Y el hombre vio la imagen de alguien que se calentaba las manos sobre las rojas brasas.
   –Te saludo en nombre de Dios –dijo el hombre.
   –Te saludo, pero no en nombre de Dios –dijo el que se calentaba las manos–, porque nada tengo que ver con Él. Pero tampoco en nombre del Infierno, porque nada tengo que ver con el Infierno. Soy una cosa sin sangre, menos que el viento y más leve que un ruido, y el viento me atraviesa como si yo fuera una red, y un ruido puede romperme y me sacude el frío.
   –Dime la verdad –dijo el hombre–. Quiero saber cómo te llamas y quién eres. 
   –No se sabe aún cómo me llamo, ni tampoco quién soy –dijo el otro–. Porque soy parte de un hombre y he sido parte de tus padres, y salí a pescar y a guerrear con ellos en los días de antaño. Mi tiempo no ha llegado y espero hasta que tengas una mujer, y yo estaré en tu hijo y seré una buena parte de él. Me regocijaré como un hombre, lanzando al mar la nave, y regiré el timón, y seré un hombre fuerte cuando se estreche el círculo y empiece la batalla.
   –Es una maravilla lo que oigo –dijo el hombre–, y si en verdad serás mi hijo, mucho me temo que te vaya mal, porque soy muy pobre de bienes y muy feo de cara, y no conseguiré una mujer, aunque viva hasta la edad de las águilas.
   –Padre, he venido a remediar esos males –dijo la Pobre Cosa–. Iremos esta noche a la islita de las ovejas, donde nuestros padres yacen en el sepulcro, y mañana, al Castillo del Conde, y hallarás ahí una mujer para que yo sea.


















Robert Louis Stevenson (1859-1894)
'La pobre cosa' (fragmento)
en "Fábulas"
trad. Roberto Alifano y Jorge Luis Borges
ed. Legasa (1983)

domingo, 18 de diciembre de 2016

al otro extremo





¡Pintura roja, pintura roja del pez udawada
¡Pintura roja, pintura roja del pez mwaylili!
En un extremo del pétalo de la flor aromática del pandano; 
al otro extremo de la flor Duwaku.
Estas dos pinturas rojas son mías, brillan, resplandecen.
Mi cabeza brilla, resplandece;
Mi pintura roja brilla, resplandece;
Mi cara ennegrecida brilla, resplandece;
Mi pintura aromática brilla, resplandece;
Mi cestillo brilla, resplandece;
Mi cuchara de cal brilla, resplandece;
Mi peine brilla, resplandece.
Mi cabeza se ha hecho brillante, mi cara resplandece.

















conjuro talo (fragmento)
de 'En la playa de Sarubwoyna'
en "Los argonautas del Pacífico occidental, II"
Bronislaw Malinowski
trad. Antonio J. Desmonts
ed. Planeta d'Agostini (1986)

sábado, 17 de diciembre de 2016

sin igual






   Si se dice que los diamantes tienen una hermosa limpidez, ¿cómo nombrar entonces la limpidez del agua de mi vaso? ¿Cómo calificar esa flor sin igual? 
–¿Potable?





















Francis Ponge (1899-1988)
'El vaso de agua' (fragmento)
en "Métodos"
trad. Silvio Mattoni
ed. Adriana Hidalgo (2000)

viernes, 16 de diciembre de 2016

el precio






   Luego, el sol le pidió la hija, a la cual Sintana contestó: "Yo no te la puedo dar", pero añadió: "Con qué me la puedes comprar? ¿Tienes un sapo de piedra verde y otro de piedra roja?" "Sí los tengo", contestó el sol y sacó un sapo de piedra roja y otro de piedra verde y se los dió a Sintana.



















'Sintana y Mama Sol' (fragmento)
narrador: Mama Miguel Nolavita
en "Mitos Kogi"
comp. Manuela Fischer - Konrad Th. Preuss
ed. Abya-Yala (1989)

jueves, 15 de diciembre de 2016

en lo más hondo






Me habías arrojado en lo más hondo,
en el corazón del mar,
una corriente me cercaba:
todas tus olas y tus crestas
pasaban sobre mí.

Me envolvían las aguas hasta el alma,
me cercaba el abismo,
un alga se enredaba a mi cabeza.
A las raíces de los montes descendí,
a un país que echó sus cerrojos tras de mí
para siempre 

















Libro de Jonás 2: 4, 6, 7
en la "Biblia de Jerusalén"
ed. Desclée de Brouwer (1984)


miércoles, 14 de diciembre de 2016

delicados fenómenos de radiación






   Mi convicción de que todos los frutos maduros que nos caen en suerte en el lado diurno de la vida se han formado en el lado nocturno, la he encontrado corroborada a menudo por mi propia experiencia.
   Me parece significativo, entre otras cosas, que tras ocuparnos con obras, cuyo sentido nos exigía un penoso esfuerzo, nos despertemos a la mañana siguiente con la sensación de haber seguido trabajando mientras dormíamos en la misma dirección y de habernos, por así decirlo, ejercitado en las armas de ese espíritu extraño.
   Es como si un nuevo sistema fluvial hubiera excavado su lecho en el paisaje interior. Aunque recordemos haber reflexionado sin cesar con la mayor agudeza, no podremos retener ni el más mínimo pensamiento. No se trata de pensamientos que fluyan hacia abajo, sino que un éter espiritual mucho más importante, un médium sutil que transporta los pensamientos, se ha movido en las formas preexistentes y en los remolinos rítmicos sobre los que se basa la peculiaridad de una meditación. No se ha transmitido un contenido extraño, sino que se ha abierto un canal sin el cual no es posible la recepción de ese contenido. Se puede comparar ese proceso con los delicados fenómenos de radiación que cabe observar en la fecundación de un huevo y que preparan la fusión del núcleo extraño. En una lucha de naturaleza muy vegetativa se han establecido las bases internas para captar la peculiaridad de un espíritu y sólo entonces se podrá gozar del placer indubitable de sus formas y manifestaciones.
   Una señal de esos procesos subterráneos tiene lugar cuando de repente se nos cae la venda de los ojos. No es que penetremos con las lámparas mineras del entendimiento en los pozos y galerías transversales de un sistema para iluminar su orden secreto, sino que más bien nuestra comprensión sólo aumenta si nosotros mismos le ofrecemos el suelo nutricio interior. Su formación no depende de las obras y la conciencia, sino de la gracia y la oscuridad.














Ernst Jünger (1895-1998)
en "Anotaciones del día y de la noche"
trad. Enrique Ocaña
ed. Tusquets (2013)

martes, 13 de diciembre de 2016

si dijéramos eso







   (Los seres humanos) «Encontraron todas las magias, hace mucho tiempo, en el mundo inferior. Jamás hemos encontrado un conjuro en un sueño; si dijéramos eso, mentiríamos. Los espíritus nunca nos entregaron ninguna fórmula. Nos dieron canciones y danzas, es cierto, pero no la magia.»














de 'La magia y el Kula'
en "Los argonautas del Pacífico occidental, II"
Bronislaw Malinowski
trad. Antonio J. Desmonts
ed. Planeta d'Agostini (1986)




lunes, 12 de diciembre de 2016

antiguas preguntas







¿Cómo supo el emperador Ku
que vivía Jiandi
en la torre de nueve pisos?

¿Y a quién alumbró ella
después de que el Ave Negra
le hubiera entregado el huevo?
















'Las preguntas al cielo'
de 'Los poemas del reino de Chu'
en "Mitología clásica china"
trad. Gabriel García Noblejas
ed. Trotta (2004)


domingo, 11 de diciembre de 2016

en qué idioma






   «La música todavía le interesa. Recuerda la técnica pianística, pero toca de un modo extremadamente raro. A menudo se queda sentado ante el piano durante días enteros. En otras ocasiones persigue una idea, casi infantil, y la interpreta cientos de veces, hasta que resulta insoportable. A esto hay que añadir que de vez en cuando le viene una especie de frenesí que le impulsa a recorrer como un relámpago todas las teclas. Y finalmente, el desagradable sonido de sus uñas, excesivamente largas... Cuando ha tocado el piano un cierto tiempo, sus ojos se cierran bruscamente, echa la cabeza hacia atrás, se diría que está a punto de morir, pero entonces se pone a cantar. Nunca he podido, a pesar de haberlo oído varias veces, adivinar en qué idioma cantaba, pero lo hacía con un patetismo desgarrador.»

















testimonio de Waiblinger sobre su visita a Hölderlin en 1830 
en "Empédocles" y "Escritos sobre la locura"
Hölderlin (1770-1843)
trad. Félix de Azúa
ed. Labor (1974)

sábado, 10 de diciembre de 2016

la melancolía





Un antiguo dios destronado, un lejano planeta rigen ahora los destinos de muchos de nosotros, arrojando una luz tenebrosa y paradójica sobre nuestras vidas. Saturno había sido el arquitecto del mundo; había inventado el tiempo y la agricultura; había reinado sobre la Tierra en la edad de oro, aquella edad sin leyes, sin juicios, sin temores, sin escritura grabada en bronce; aquella edad en que no había naves ni comercio, ni fosos en torno a las ciudades; en que no había ni trompas, ni cuernos de guerra; no existían soldados ni espadas, y una eterna primavera acariciaba con su brisa tibia las flores que crecían sin semillas. Pero aquel eterno dios de la utopía había sido también un dios «odioso, soberbio, despiadado, cruel»: un devorador de hijos y de dioses; Júpiter lo destronó, desterrándolo quizá al Tártaro o bajo el Tártaro, donde vivía encadenado como un esclavo. Cuando los antiguos atribuyeron a las estrellas nombres de divinidades, también reservaron para él un destino antitético a su planeta. Saturno era el planeta más alto, y en eso conservaba la excelencia y la soberanía en el sistema solar. Pero también era negro y siniestro, hostil a la Tierra y a los seres humanos. Frío, blanco y batido por los vientos, lejano, lento y enigmático, enviaba a la Tierra una luz debilísima y pálida, originaba el hielo y la nieve, los rayos y el trueno.
   Las estrellas de los antiguos no atravesaban el cielo, ignorantes de nuestros destinos, como los astros que hoy contemplamos en el firmamento. Una cadena de influencias, de analogías, de ecos, de similitudes descendía de las estrellas hasta los miembros de nuestros cuerpos, hasta los árboles, hasta las piedras; determinaba nuestras pasiones y, desde los corazones y los miembros humanos, desde las piedras y los árboles, ascendía hasta las estrellas, construyendo una ciencia única de las relaciones, que era también una cosmología. El astrólogo antiguo, observador finísimo de las relaciones cósmicas, rastreaba el influjo del helado y lejano planeta-dios en el bazo, donde se acumulaban los humores de la «bilis negra», la tenebrosa melancolía. Nacía así la estirpe de los hijos de Saturno.










Pietro Citati
'Saturno y la melancolía' (fragmento)
en "La luz de la noche"
trad. Juan Díaz de Atauri
ed. Acantilado (2011)

viernes, 9 de diciembre de 2016

Antares







Inmenso es el corazón del Escorpión. Allí está en su prisión, encadenado al dardo y al veneno. Allí está en esa arena inflamada, junto a la sed del desierto, en su manto de sílex, para las caídas en el abismo.

   Allí está con sus troneras y buhardas, para la vida y para la muerte, para la lluvia y el buen tiempo. ¡Qué inmenso era entonces el deseo!

   Pero veamos, ¿dónde me encuentro, exactamente? ¿En el deseo o en el desierto? ¿Estoy en la humareda de una noche de junio? ¿Estoy en una selva en marcha? ¿Estoy en la caldera del cielo que vierte sus serpientes entrelazadas en el abismo del horizonte?

   El Escorpión zozobró en el furor y creo que nadie, aquí, podría ordenar sus cordajes después de semejante tempestad, y además, habría que saber si estaba el deseo en mi sangre o era mi sangre la que estaba en el deseo.












Maurice Blanchard (1890-1960)
'Antares'
en "Antología de la poesía surrealista"
trad. Aldo Pellegrini
ed. Fabril (1961)

jueves, 8 de diciembre de 2016

en lo pequeño







   En esta tarea es posible sentir alegría,
así lo afirman los sabios y los hombres
virtuosos.

   Intentando que de la No-Existencia 
surja la Existencia, llamando a la puerta
del silencio para que responda el sonido.

   Encerrando lo inmenso en un mínimo
pliego de seda. Provocando diluvios en
un pequeño corazón.

   Así, el lenguaje se amplía y lo ocupa
todo por entero. El pensamiento profundiza
y llega a lo insondable.

   Se propaga entonces la fragancia plena
y sublime de las flores. Y se despliegan 
las ramas de la más verde espesura.

   El viento poderoso se alza vertical y en 
torbellinos, y las nubes grandiosas se elevan
por encima del Bosque de las Plumas.














Lu Ji (261-303 d.n.e.)
IV. 'Lo grande en lo pequeño' 
en "Wen Fu -Prosopoema del arte de la escritura-"
trad. Pilar González España
ed. Cátedra (2010)

miércoles, 7 de diciembre de 2016

el cambio





   La primer cosa que el I Ching nos enseña es la aceptación. Esencialmente nos acerca esta lección: si queremos utilizar operaciones del azar, entonces tenemos que aceptar los resultados... Si estoy disconforme después de una operación del azar, si el resultado no me satisface, al aceptarlo al menos tengo la posibilidad de modificarme a mí mismo, de cambiarme a mí mismo. Pero si insisto en cambiar el I Ching, entonces él cambia en vez de mí, y no he ganado nada, no he logrado nada.




















John Cage (1912-1992)
citado en "Every day is a good day - 
The visual art of John Cage"
ed. Hayward Publishing (2011)

versión: Ricardo Messina

martes, 6 de diciembre de 2016

una cuestión práctica (oneiros XX)





   La cuestión que deseo plantear (...) deriva de Aristóteles. Es una cuestión práctica, a la que todos nos enfrentamos cada mañana al intentar interpretar nuestros propios sueños. Aristóteles dijo: «El más experto intérprete de los sueños es aquél que es capaz de observar las semejanzas». A qué se asemeja el sueño, qué es lo que constituye su semejanza, en los términos de qué cosmos debieran ser interpretadas las imágenes del sueño. O en el lenguaje de esta asamblea: ¿a qué mundo corresponden nuestros sueños?





















James Hillman
'El sueño y el inframundo' (fragmento)
en "Arquetipos y símbolos colectivos"
Autores Varios
trad. Jesús Casquete y Josetxo Beriain
ed. Anthropos (1994)

lunes, 5 de diciembre de 2016

sin clara conciencia






   El reconocimiento de los símbolos restituye a la vida humana y a la vida toda su carácter poético. La condición poética que la vida tiene por sí misma sin necesidad de que se le añada, y que una vez más, felizmente, ha acabado por abrirse paso y darse a conocer.
   Y así en la vida cotidiana aparecen los símbolos sin que las personas se den siempre cuenta de ellos; sin saberlo viven como simbólicos acontecimientos, estados de ánimos, situaciones. Y sucede que por la fuerza de un símbolo percibido aun sin clara conciencia, situaciones sin salida la encuentren, cuando el simple razonar discursivo no la encontraba. Y que las personas vivan de un cierto modo, se rodeen de ciertos objetos que tienen valor de símbolos que sostienen su equilibrio moral y vital. Es decir, que sin saberlo se está haciendo poesía; una poesía salvadora que exorciza el mal, que compensa el desequilibrio creado aun por la simple fatiga y desgaste nervioso, que alimenta la confianza, que vivifica, en suma.

















María Zambrano (1904-1991)
'Los símbolos y su función' (fragmento)
en "La razón en la sombra"
ed. Siruela (2003)

domingo, 4 de diciembre de 2016

debo ir a danzar








CADMO
   (...) ¿A dónde debo ir a danzar, a dónde a posar mi pie y a agitar mi cabeza canosa? Dímelo tú que eres viejo, a mí, otro viejo, Tiresias: tú eres sabio. Porque yo no me cansaría ni de día ni de noche de golpear la tierra con el tirso: con placer olvidamos que somos viejos.

TIRESIAS
   Entonces, te sucede igual que a mí, soy joven yo también, voy a bailar.

CADMO
   ¿Vamos a ir al monte en carro, entonces?

TIRESIAS
   De ese modo, no tendría el dios igual honor.

CADMO
   ¿Te voy a guiar yo, un viejo, a ti, otro viejo?

TIRESIAS
   Nos guiará hasta allí el dios sin esfuerzo.

CADMO
   De toda la ciudad, ¿sólo bailaremos nosotros dos, honrando a Baco?

TIRESIAS
   Somos los únicos sensatos, los otros no lo son.

CADMO
   Larga es la espera ya: cógete de mi mano.

TIRESIAS
   He aquí la mía, estréchala, une tu mano.

















Eurípides (480-406 a. C.)
'Las bacantes' (fragmento)
en "Andrómaca, Heracles loco, Las bacantes"
trad. Francisco Rodriguez Adrados
ed. Alianza (1990)

sábado, 3 de diciembre de 2016

en los últimos días






   En los últimos días de su vida, nada le gustaba tanto a Rosseau como acostarse en el césped después de una caminata. Hundía su cara en el musgo o en la avena para sentir, decía, "el olor terrestre".





















'El olor terrestre'
en "Las paradisíacas"
Pascal Quignard
trad. Carlos Schilling
ed. el cuenco de plata (2016)

viernes, 2 de diciembre de 2016

una piedra (alchimia XVII)







   Ve a las corrientes del Nilo y allí encontrarás una piedra que tiene un espíritu (pneuma). Toma esa piedra, divídela, penetra con tu mano en su interior y sácale el corazón: su alma es en verdad su corazón.

                                                                                             Ostano


   En la piedra duerme para mí una imagen.


                                                                                     Nietzsche




















cit. de 'El espìritu en la materia'
en "Psicología y Alquimia"
C. G. Jung (1875-1961)
trad. Alberto Luis Bixio
ed. Santiago Rueda (1957)