Y hecho esto, abrió una puerta y les rogó que la siguieran.
Y los introdujo en un salón de una arquitectura deslumbrante.
Hallábase coronado por una cúpula sostenida por ochenta columnas del mármol más transparente y más puro; las bases y capiteles estaban esculpidos con arte exquisito y adornados con aves de oro y animales de cuatro pies. Y la cúpula tenía pintados sobre fondo de oro unos dibujos coloreados y como vivientes, que representaban los mismos adornos que los de la gran alfombra que cubría la sala. En los espacios que quedaban entre las columnas , había grandes jarrones con flores, o sencillamente unas grandes ánforas, hermosas con su propia belleza y su carne de jaspe, ágata o cristal. Y aquella sala daba a un jardín, cuya entrada reproducía, con guijarros de colores, los mismos dibujos de la alfombra; de modo que la cúpula, el salón y el jardín se continuaban bajo el cielo tranquilo y azul.
Y mientras el príncipe Alí ben-Bekar y Abalhassan admiraban esta delicada combinación, vieron sentadas en corro, con los pechos turgentes, los ojos negros y las mejillas sonrosadas, diez muchachas que tenían cada una en la mano un instrumento de cuerda.
Y a una señal de la esclava favorita, aquellas jóvenes tocaron a un tiempo un preludio dulcísimo. Y el príncipe Alí, cuyo corazón estaba lleno del recuerdo de Schamsennahar, sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas. Y dijo a su amigo Abalhassan: "¡Ah, hermano mío, cuán conmovida siento mi alma! ¡Esos acordes me hablan en un lenguaje que la hace llorar, sin saber a punto fijo por qué!" Abalhassan dijo: "¡Mi joven señor, tranquiliza tu alma y presta toda tu atención a este concierto, que promete ser admirable, gracias a la hermosa Schamsennahar, que seguramente llegará pronto!"
Y en efecto, apenas Abalhassan había pronunciado estas palabras, cuando las diez mujeres se levantaron a la vez, y unas pulsando las cuerdas, y agitando otras rítmicamente sus panderetillas, entonaron este canto:
"¡Azul, nos miras con sonrisa de felicidad! ¡Y he aquí que la luna levanta sus lienzos de nube, para velarse confusa! ¡Y el sol, vencedor, huye también y no brilla ya!"
de 'Historia de Alí ben-Bekar y la bella Schamsennahar' (fragmento)
en "El libro de las mil noches y una noche"
trad. del árabe J.C. Mardrus
trad. Vicente Blasco Ibañez
ed. El Ateneo (1950)