jueves, 31 de diciembre de 2015

temporalia XII






   El Sombrerero fue el primero en romper el silencio.
   –¿Qué día es hoy? –interrogó, dirigiéndose a Alicia. Había sacado el reloj del bolsillo, y lo miraba con aire inquieto, sacudiéndolo y acercándolo a la oreja de vez en cuando. 
   Alicia pensó un poco, y dijo:
   –Cuatro.
   –¡Dos días de diferencia! –suspiró el Sombrerero, y agregó, mirando enojado a la Liebre de Marzo–. ¡Te dije que la manteca no le haría bien al mecanismo!
   –Era manteca de la mejor –replicó mansamente la Liebre de Marzo.
   –Sí, pero seguramente debía tener algunas migas –gruñó el Sombrerero–; no deberías haberla aplicado con el cuchillo de cortar pan.
   La Liebre de Marzo tomó el reloj y lo contempló sombríamente: luego lo sumergió en su taza de té y lo volvió a mirar. Pero no se le ocurrió nada mejor que repetir su primera observación:
   –Sabes, era manteca de la mejor.
   Alicia había estado mirando por encima de sus hombros con cierta curiosidad.
   –¡Qué reloj gracioso! –dijo–. ¡Dice el día y no dice la hora!
   –¿Por qué habría de hacerlo? –murmuró el Sombrerero–. ¿Acaso tu reloj te dice el año?
   –Claro que no –respondió Alicia en el acto–; pero eso se debe a que el mismo año dura mucho tiempo.
   –Ese es, precisamente, el caso de mi reloj –dijo el Sombrerero.

















Lewis Carroll (1832-1898)
fragmento de "Aventuras de Alicia en el país de las maravillas"
trad. Elías Gallo
ed. Brújula (1968)


miércoles, 30 de diciembre de 2015

el barco








   Entonces dijo Gangleri:
   «¿Qué hay que decir de Skídbladnir, el mejor de los barcos? ¿Acaso no hay un barco tan bueno o tan grande?» 
   Hár dice:
   «Skídbladnir es el mejor de los barcos, y el más habilmente construído; y Naglfari es el mejor barco que hay en el Muspell. Unos gnomos, hijos de Ívaldi, hicieron Skídbladnir y le dieron el barco a Frey. Es tan grande que todos los Ases pueden cargarlo con armas y pertrechos, y tiene viento favorable en cuanto despliega la vela, vaya a donde vaya. Y cuando nadie tiene que viajar con él por el mar, está hecho de tantas piezas y con tal habilidad que puede plegarse como un paño y llevarse en una bolsa.»




















Snorri Sturluson (c.1778/1779-1241)
'El barco Skídbladnir'
en "Textos mitológicos de las Eddas"
trad. Enrique Bernardez
ed. Editora Nacional (1982)


martes, 29 de diciembre de 2015

bestiario III





   En la India nace una bestia llamada manticora. Tiene una triple fila de dientes que alternan entre sí; rostro de hombre, con ojos relucientes e inyectados en sangre; cuerpo de león; la cola, como el dardo de un escorpión; y una voz chillona, tan sibilante que evoca las notas de una flauta. Es ávida de carne humana, con auténtica voracidad. Sus patas son tan fuertes, sus saltos tan potentes, que ni el espacio más extenso, ni el obstáculo más elevado pueden detenerla.

















'Mantícora'
en "Bestiario Medieval"
trad. Ignacio Malaxecheverría
ed. Siruela (1986)


lunes, 28 de diciembre de 2015

el hoyo







   Un día estaba Zipacná bañándose a la orilla de un río, cuando pasaron cuatrocientos muchachos con un gran trozo para pilar de su casa; casi no podían con él y Zipacná lo cargó él solo. A los muchachos les pareció peligrosa tanta fuerza y resolvieron destruir a Zipacná. 
   Lo mandaron a hacer un hoyo profundo, pero como él oyó los planes para destruirlo, hizo entonces una cueva a un lado del hoyo, para salvarse. Cuando ya estaba profundo el hoyo los muchachos dejaron caer un gran tronco y Zipacná gritó cuando cayó, pero estaba metido en su cueva. Los muchachos se alegraron creyendo que había muerto Zipacná.


   Muy alegres los cuatrocientos muchachos dijeron: "Dispongamos hacer nuestra bebida de chicha, nuestra bebida fermentada de maíz, para que al estar dispuesta de aquí a tres días, celebremos nuestra hazaña cuando ya se corrompa y hieda Zipacná; veremos si vienen las hormigas a comerlo, así estaremos seguros y celebraremos nuestra fiesta sin cuidado."


   Oyendo esto Zipacná dentro del hoyo, se cortó las uñas y las puntas de los cabellos que las hormigas empezaron a acarrear hacia afuera. Al ver esta señal todos los cuatrocientos muchachos, al tercer día, empezaron a beber chicha, se emborracharon y quedaron sin sentido.


   Zipacná salió del hoyo y derribó el rancho sobre ellos, a todos aporreó y a todos quitó la vida. Muertos de esta manera fueron puestos los cuatrocientos muchachos como estrellas en lugar de las Siete Cabrillas, que por eso se llaman Motz, montón.

   Muy mal sintieron Hunahpú e Ixbalanqué la muerte de los cuatrocientos muchachos, tuviéronlo a desprecio en su corazón y así dispusieron quitarle la vida a Zipacná.














fragmento del "Popol Vuh"
versión Albertina Sarabia E.
ed. Porrúa (1973)

domingo, 27 de diciembre de 2015

los jóvenes







   Una nave de azulada proa que llevaba a Teseo, firme ante el estrépido del combate, y a dos veces siete espléndidos muchachos de entre los jonios, cortaba el mar de Creta; pues (en) su trapo, de lejos reluciente, las brisas del Bóreas caían gracias a la ilustre Atenea que agita la égida. Le mordieron a Minos el corazón los santos dones de la diosa de adorable diadema, de Cipris, y su mano (ya) no pudo retener lejos de una doncella, sino que tocó sus blancas mejillas. Gritó Eribea llamando al descendiente de broncínea coraza de Pandión; lo vio Teseo, negros bajo las cejas giraron sus ojos, cruel dolor le desgarró el corazón y dijo: «Hijo del poderosísimo Zeus, puro ya no gobiernas dentro de tu pecho el ánimo; retén, héroe, tu dominante violencia. Lo que el destino todopoderoso que viene de los dioses nos ha asignado y hace inclinar la balanza de la Justicia, nuestra suerte prefijada cumpliremos, cuando llegue. Pero tú contén tu oneroso propósito. Si a ti como el más poderoso de los mortales una mujer noble te dio a luz, cuando participó del lecho de Zeus bajo las cumbres del Ida, la hija de amable nombre de Fénice, con todo también a mí la hija del rico Píteo me dio a luz, cuando yació con el marino Posidón, y le dieron las Nereidas coronadas de violetas un velo de oro. Por eso te exhorto, caudillo de los cnosios, a que reprimas tu insolencia, causa de muchos lamentos; pues no querría yo ver la inmortal amable luz de la Aurora una vez que a algunos de los jóvenes tú hubieras sometido contra su voluntad. Antes mostraremos la fuerza de nuestras manos; y lo que haya de suceder, la divinidad lo decidirá.»









Baquílides (510 a.C.-450 a.C.)
fragmento del ditirambo
'Los jóvenes o Teseo'
en "Odas y fragmentos"
trad. Fernando García Romero
ed. Gredos (2002)

sábado, 26 de diciembre de 2015

colaboran









Todos los seres del mundo colaboran mutuamente excepto los hombres.




















Wang Fuzhi (1619-1692)
cit. en "Abismos"
Pascal Quignard
trad. Carlos Schilling
ed. el cuenco de plata (2015)

viernes, 25 de diciembre de 2015

las Bocas de Cattaro






Cuando perdí a  mi padre, en 1890, y teniendo yo entonces sólo dos años, mi madre acogió en nuestra casa, como si fuera una hermana mayor, a una vieja mujer que fue mi más tierna, mi más experta hada.
Había venido muchos años antes a Egipto desde las Bocas de Cattaro, donde residía, pero era por su origen más croata, si ello es posible, que la misma gente de las Bocas.
Ella fue quien me inició en la maravilla que nos llega de los sueños. Nadie podría recordar tantas increíbles aventuras como las que recordaba ella, ni sabría como ella, al contarlas, invadir la mente y el corazón de un niño con un secreto inviolable que aún hoy es fuente incesante de gracia y de milagros, hoy que aquél niño es todavía y siempre niño, mas un niño de ochenta años.
He vuelto a encontrar a Dunja hace unos días, pero ya sin las arrugas de un siglo que, velándolos, le apagaban los ojos empequeñecidos, sino con el abierto retorno de los ojazos nocturnos: cofres de abismos de luz.
Ahora la veo a menudo aparecer en el oasis, joven, bellísima Dunja, y no podrá más en torno de mí desolarme el desierto donde desde hacía tanto erraba.
No hay duda, primero induce al extravío de los espejismos, ella, Dunja, pero pronto el niño crédulo se eleva hasta el niño de fe por las liberaciones que siempre dará a luz la verdad de Dunja.
Dunja –me dijo el nómade– entre nosotros significa universo.
Renueva ojos de universo, Dunja.














Giuseppe Ungaretti (1888-1970)
en "Últimas poesías"
trad. Ricardo H. Herrera
ed. El Imaginero (1988)


jueves, 24 de diciembre de 2015

ensaladilla







Ven y verás zagalejo,
Antes de entrar en la villa,
Parirá en un portalejo
La flor de la maravilla;
Al son de mi gaitilla
Y de tu rabelejo
Cante Blas y baile Minguilla
Por la Madre, el Niño y el Viejo,
Si vienes, verás, pastor,
Entre hermosos resplandores,
En la que es flor de las flores
La maravilla mayor;
Maravilla es del amor,
Y flor de la maravilla.
Al son de mi gaitilla
Y de tu rabelejo
Cante Blas y baile Minguilla
Por la Madre, el Niño y el Viejo.

Llegaron al portal
Adonde la Madre Virgen
Tiene al Niño entre sus brazos,
Y aquesta letra le dicen:
"Viva la gala de la zagala,
Viva la gala,
De la graciosa morena,
Viva la gala, 
De gracia y de gracia llena,
Viva la gala, 
Que en aquella noche buena,
Viva la gala,
Libra al mundo de la mala;
Viva la gala de la zagala,
Viva la gala".
Pablo, mirando a José
Verter gloria por los ojos,
Así le da el parabien
De parte del pueblo todo:
"Sea para bien el Hijo,
Divino Esposo,
Y si hará, pues es
Para bien de todos.
Es el parabien
Del cielo y la tierra,
Y de los que encierra,
El limbo tan bien;
Todos os le den
Del chiquito hermoso,
Y si harán, pues es
Para bien de todos".
Gil, que ve al niño desnudo
Piensa que es el Dios de amor,
Y enamorado de verle,
Le dice aquesta canción:
"Este niño se lleva la flor,
Que los otros no.
Los cielos tiene a sus pies,
Que los otros no;
Es uno del uno en tres,
Que los otros no;
Es hombre y más que hombre es
Que los otros no;
Porque solo es hombre y Dios,
Que los otros no.
Este niño se lleva la flor.
Que los otros no".
Blas que es astrólogo un poco,
Miraba con cerco al sol,
Así al mundo pronostica
Un año de bendición:
"El sol de hermosura
Con cerco amanece;
De pan y de vino
Buen año promete.
Viendo al cerco ajeno,
Barruntos me dan
Que de vino y pan
Habrá mucho y bueno;
El trigo entre el heno
Y la vida en cierne,
De pan y de vino
Buen año prometen".















ensaladilla de navidad
en "Hijo del Alba - Villancicos, canciones, 
ensaladillas y coloquios pastoriles de Nochebuena"
selección: Arturo Serrano Plaja
ed. Imprenta López (1943)



miércoles, 23 de diciembre de 2015

menta










descalzos

buscando menta silvestre

una serpiente

escurriéndose 

entre las hojas caídas






















'menta'
en "Napa" (2002)
Ricardo Messina

martes, 22 de diciembre de 2015

se inclinaron y salieron







   Nuestros grandes ancestros hablaban juntos. Se levantaron y se miraron caminando. Se inclinaron y salieron del cuarto mundo, sus tesoros estrechados contra su pecho.
   Se inclinaron y salieron del mundo de la espuma, sus tesoros estrechados contra su pecho.
   Se inclinaron y salieron del mundo del barro, sus tesoros estrechados contra su pecho.
   Se inclinaron y salieron del mundo del ala, sus tesoros estrechados contra su pecho.
   Se inclinaron y salieron. Vieron a su Padre el Sol y respiraron el aliento sagrado de la luz del día.
















 Canto Zuñi
en "Cantos Pieles-Rojas"
trad. Eva del Campo
ed. Olañeta (1983)


lunes, 21 de diciembre de 2015

tela y espada






   El rey Mu de Zhou condujo una gran expedición contra los xi rong. Éstos le ofrecieron como tributo una espada kun wu y una tela huo huan. La espada, de un chi y ocho cun de longitud, era de acero, y cuando su filo se ponía al rojo podía cortar el jade como se corta una pella de barro. En cuanto a la tela de huo huan, si se la ponía en el fuego, su color se volvía como el del fuego y sus manchas color ceniza. Al retirarla del fuego y sacudirla, se volvía blanca como la nieve. Huang zi pensaba que tales cosas nunca existieron, que sólo eran fantasías de leyenda. Xiao Shu dijo: «Huang zi está muy equivocado con esa excesiva confianza en sí mismo.» 
















Lie Zi
"El libro de la perfecta vacuidad"
trad. Iñaki Preciado
ed. Kairós (1987)

domingo, 20 de diciembre de 2015

Nana la Lluvia





¡Y, sí, Nana la Lluvia, el que hacía los ídolos y preparaba las cabezas de los muertos, dejándolas desabrido huevo, betún encima, tenía las manos tres veces doradas!

¡Y, sí, Nana la Lluvia, el que hacía los ídolos, cuidador de calaveras, huyó de los hombres de piel de gusano blanco, incendiaron la ciudad entonces, y se refugió en lo más inaccesible de sus montañas, allí donde la tierra se volvía nube!

¡Y, sí, Nana la Lluvia, el que hacía los dioses que lo hicieron a él, era Ambiastro, tenía dos astros en lugar de manos!

¡Y, sí, Nana la Lluvia, Ambiastro, huyó del hombre de piel de gusano blanco y se hizo montaña, cima de montaña, sin inquietarle la ingrimitud de su refugio, la soledad más sola, piedras y águilas, habituado a vivir oculto, a no mostrarse mientras creaba las imágenes sacras, ídolos de barro y cebollín, y por la diligencia que puso en darse compañía de dioses, héroes y animales que talló, esculpió, modeló en piedra, madera y lodo, con los utensilios que trujo!













Miguel Angel Asturias (1899-1974)
fragmento de la 'Leyenda de la máscara de cristal'
en "Leyendas de Guatemala"
ed. Salvat (1970)


sábado, 19 de diciembre de 2015

digitación




Digitación – Término que en la música designa la distribución y el orden más adecuados del uso de los dedos en la ejecución de una melodía. En el Asia Menor, entre los tañedores de laúd del siglo XVII, se apreciaban particularmente las digitaciones de Yusuf Masudi. «Digitación de Satanás», así llamada a causa de la particular dificultad para ejecutarla. Existe una versión española de la «Digitación de Satanás», que era utilizada por los moros. De ella se ha conservado solamente una transcripción para guitarra de la cual se puede deducir que, para ejecutarla, se necesitaban once dedos. Según la leyenda, en tales ocasiones Satanás se servía de la cola. Algunos sostienen que en su origen  el término «Digitación de Satanás» significaba otra cosa totalmente distinta, esto es, que revelaba el orden de los procedimientos aptos para producir el oro, o bien el orden en que es necesario sembrar los árboles frutales en un huerto para tener siempre frutas frescas, desde la primavera hasta el otoño. Sólo posteriormente este orden se aplicó a la música y fue transformado en digitación verdadera y propia, de modo que en ella se enterró la sabiduría y nacieron otras sabidurías, más antiguas. Esto significa que el secreto de la digitación puede traducirse de una lengua a otra de los sentidos humanos, sin perder nada de su eficacia.












Milorad Pavić (1929-2009)
del 'Libro Verde'
en "Diccionario jázaro"
trad. Dalibor Soldatić
ed. Anagrama (1989)


viernes, 18 de diciembre de 2015

anillo







   Se dirigieron al lugar donde estaba el pastor y le dijeron: 
   –¿Eres rico, pastor?
   –Que a Dios no plazca que seáis más ricos que yo alguna vez.
   –Por Dios, tú eres el dueño.
   –No hay aflicción que pueda dañarme, salvo mi mujer.
   –¿De quién son las ovejas que guardas y de quién es aquel castillo?
   –¡Sois hombres locos! En todo el universo se sabe que éste es el castillo de Yspadadden Penkawr.
   –¿Y tú quién eres?
   –Soy Kustenin, hijo de Dyvnedic, y por culpa de mi mujer, Yspadadden Penkawr ha labrado mi ruina. ¿Y vosotros quiénes sois?
   –Mensajeros de Arturo, que hemos venido hasta aquí para pedir a Olwen, la hija de Yspadadden Penkawr.
   –¡Oh, hombres! ¡Dios os proteja! Por nada del mundo hagáis eso. Ni uno solo de los que han venido a hacer esta petición, ha regresado con vida.
   El pastor se levantó y Kulhwch le dio un anillo de oro. Intentó ponérselo, pero como no le iba bien, lo colocó en un dedo de su guante y se fue a la casa.
   Dio el guante a su mujer y ella sacó el anillo, y le dijo:
   –¿De dónde has sacado este anillo? No encuentras tesoros con frecuencia.
   –Había ido a buscar alimentos de mar, cuando de pronto vi un cadáver que lo traían las olas; jamás había visto un cuerpo más bello: en su dedo encontré este anillo.
   –Como el mar no deja muerto con joyas, enséñame ese cuerpo.
   –Mujer, pronto verás aquí a aquél a quien pertenece el cadáver.












fragmento de 'Kulhwch y Olwen'
en "Mabinogion - Relatos Galeses-"
trad. Mª Victoria Cirlot
ed. Nacional (1982)

jueves, 17 de diciembre de 2015

cólera







   
   En una de sus guerras, Alí derribó a un hombre y se arrodilló sobre su pecho para decapitarlo. El hombre le escupió en la cara. Alí se incorporó y lo dejó. Cuando le preguntaron por qué había hecho eso, respondió: 
   –Me escupió en la cara y temí matarlo estando yo enojado. Sólo quiero matar a mis enemigos estando puro ante Dios.
















'Temor de la cólera'
Ah'med el Qalyubi
en "Cuentos breves y extraordinarios"
comp. Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares
ed. Losada (1976)


miércoles, 16 de diciembre de 2015

en el árbol








Kurëkurë, llega el alba;
Kurëkurë, amanece.
Escuchen cómo sale de su garganta;
Llega el alba. Escuchen su ronco grito,
Kurëkurë, kurëkurë, llega la mañana.
La mañana llega, la mañana llega, escuchen su grito.
En el árbol seco está el kurëkurë y grita. 
allí lo podemos cazar fácilmente.
Llega el alba,
Escuchen su grito.
En la punta del árbol lo ha alcanzado el alba.
Hi, así es.












'El Manechi está en el árbol'
canto Chimane - Bolivia
en "Canción y producción en la vida 
de un pueblo indígena"
comp. Jurgen Riester
ed. Los Amigos del Libro (1978)




martes, 15 de diciembre de 2015

caballo joven









¡ Qué bella eres, primavera, caballo,
Hendiendo el cielo con tus crines,
Cubriendo de espuma las cañas !

Todo el amor está en tu pecho:
De la Dama blanca de África
A la Magdalena del espejo,
El ídolo que combate, la gracia que medita.












René Char (1907-1988)
'Caballo joven de vaporosas crines'
en "Antología"
trad. Raúl Gustavo Aguirre
ed. Ediciones del Mediodía (1968)






lunes, 14 de diciembre de 2015

funerales








Grande es el dolor de Zeus.
Patroclo, hijo de Menecios,
ha matado a Sarpedón,
y se lanza sobre los aqueos
para saquear su cadáver y ultrajarlo.

Zeus no lo consiente.
Ha dejado perecer a su hijo bienamado
(tal es la ley)
pero al menos lo honrará una vez muerto.
Despacha a Febo a la llanura,
instruido sobre los cuidados
que convienen al cadáver.

Con dolor, con respeto,
Febo levanta el cuerpo del héroe
y lo lleva al arroyo
lo limpia de polvo y de sangre;
cierra sus horrendas heridas
y no queda señal alguna.
Sobre él vierte ambrosía
y lo cubre de espléndidas vestimentas olímpicas.
Maquilla su tez de blancura
y alisa sus negros cabellos
con un peine orlado de perlas.
Dispone el cuerpo hermoso.
Ahora parece un joven rey auriga
entre los veinticinco o veintiséis años,
vencedor de muy ilustres Juegos
que reposa después de haber vencido
con su carro de oro y sus veloces corceles.

Y Febo, habiendo ejecutado las órdenes recibidas
llama a los dos hermanos, el Sueño y la Muerte.














Constantino Kavafis (1863-1933)
'Los funerales de Sarpedón'
en "Esperando a los bárbaros y otros poemas"
trad. Juan Carvajal
ed. Centro Editor de América Latina (1988)



domingo, 13 de diciembre de 2015

tríada







Érase un pescador que todos los días salía de pesca, aunque casi siempre regresaba con las manos vacías. Su mujer le decía:
   –Día tras día vas de pesca, pero nunca traes nada a casa. Tendrás que buscarte otro oficio o moriremos de hambre.
   –Está bien, mujer. Iré mañana por última vez y, si no atrapo nada, lo dejaré.
   A la mañana siguiente, marchó el pescador al río y, nada más lanzar su red, sacó un pez rojo de gran tamaño, que le dijo:
   –Pescador, buen pescador, échame de nuevo al río y atraparás cada día todos los peces que quieras.
   Lo devolvió al río y la primera vez que volvió a lanzar sus redes, recogió un quintal de peces.
   Cuando, contento, regresó a su casa, su mujer le dijo:
   –¿Cómo es posible? Hace tiempo que vas de pesca y no traes nunca nada... ¿Por qué hoy tantos peces?
   –Te lo diré; atrapé una gran pieza de color rojo y me dijo que si le dejaba volver al río, atraparía todos los días cuantos peces quisiera.
   Su mujer respondió:
   –Mañana, vuelve al mismo sitio y, si lo atrapas, tráelo a casa. Quiero comérmelo.
   El pescador se marchó al río con su red al cuello; la lanzó al agua y de nuevo atrapó al pez rojo, que le dijo: 
   –Pescador, buen pescador, échame de nuevo al río y atraparás cada día todos los peces que quieras.
   –No puedo dejarte ir. Mi mujer quiere comerte.
   –Cuando tu mujer me haya comido, a medianoche, dará a luz a tres hermosos niños; tu yegua, la que está en la cuadra, tendrá tres magníficos potrillos y también tu perra parirá tres bonitos cachorros. A éstos les pondrás por nombre: Rápido como el Viento, Pasa por Todo y Rompe el Hierro. Dirás a tu mujer que conserve mis espinas y que las coloque sobre la chimenea en un frasco con agua. Cuando el agua se ponga roja, cosas extraordinarias le ocurrirán a alguno de tus hijos.
















fragmento de 'El Rey de los Peces'
en "Historias y Leyendas del Languedoc"
Daniel Fabre y Jacques Lacroix
trad. Agustín Lopez Tobajas y Maria Tabuyo
ed. Crítica (1990)


sábado, 12 de diciembre de 2015

oneiros XIII






   Resurrección. Al respecto, el conocido pasaje de la Aesthetica in nuce de Hamann: «La poesía fue la lengua materna de nuestra especie..., un sueño más profundo fue el sosiego de nuestros antepasados». Un despertador de alto rango. 
   Un sueño «más profundo» roza el muro del tiempo y, con él, la frontera que nos separa de la muerte. En ese sentido la «resurrección» no llenaba antaño hueco alguno en la conciencia, pues faltaba el temor que habría anhelado un punto de anclaje. El deseo se pega a aquello de lo que carece.
   Si a nosotros, los hombres de hoy, se nos aparece un muerto en sueños, al despertar sabemos que ya no vive. En el sueño más profundo es como si regresara de un viaje.















Ernst Jünger (1895-1998)
en "Pasados los setenta V"
trad. Isabel Hernández
ed. Tusquets (2015)


viernes, 11 de diciembre de 2015

norte






   Las nubes cubrieron el Monte Blanco pero del otro lado apareció el monte de Hina; cruzamos el puente de Asamutsu y llegamos a Tamae; las cañas de Tamae ya ostentaban henchidas espigas; atravesamos el Paso del Ruiseñor y el de la montaña de Yunoo y llegamos al castillo de Hiuchi; en el monte Kaeru oímos los primeros gritos de los gansos salvajes y en el puerto de Tsuruga, la tarde del día catorce del Octavo Mes, encontramos alojamiento. Esa noche la luna lucía extraordinariamente clara. Le dije al dueño de la posada: "Ojalá aparezca tan clara la de mañana, que es luna llena". Me contestó: "En estas tierras del norte no se sabe nunca cómo será la luna de mañana", y nos sirvió saké.

















Matsuo Bashō (1644-1694)
fragmento de 'El Santuario de Kehi-no-Myo'
en "Sendas de Oku"
trad. Octavio Paz y Eikichi Hayashiya
ed. Seix Barral (1981)


jueves, 10 de diciembre de 2015

verdades indiscutibles






   Entonces, Thorkill partió hacia las tinieblas. La estrella roja lo llevó a través de la playa hasta el pie del precipicio; allí, una empinada huella le permitió subir. En la cumbre se encontró con una cueva desde la cual salía la luminosidad roja que habían visto como una estrella roja. Thorkill metió la cabeza en la cueva. Allí vio un fuego del tamaño de una parva de paja y sentados alrededor, tres Gigantes negros.
   –¿Me puedo sentar con ustedes? –preguntó Thorkill.
   Los tres Gigantes negros giraron hacia la entrada de la cueva. Thorkill vio que tenían una nariz cornuda como la de las aves.
   –¿Quién habló? –dijo el primer Gigante.
   –Un marino de la Tierra de los hombres –dijo Thorkill.
   –Siéntate, marino –dijo el Gigante siguiente.
   Así entró Thorkill y se sentó en torno del fuego.
   –¿Estamos lejos de la ciudad del tesoro de Garfred? –preguntó.
   –Marino –dijo el tercer Gigante–, en esta tierra, todo debe ser pagado. Debes pagarnos primero por las cosas que deseas saber.
   –¿Cuál será el costo? –preguntó Thorkill.
   –Una buena verdad indiscutible –dijo el primer Gigante–. Aquí tratamos sobre Verdades Indiscutibles. Dinos la primera Verdad Indiscutible que venga a tu mente, y te diremos cómo llegar a la ciudad del tesoro de Garfred.
   Así es que Thorkill les contó la primera Verdad Indiscutible que le vino a la cabeza:
   –Nunca, en ningún hogar, he visto tres narices tan hogareñas.
   Los tres Gigantes se estremecieron con gigantesco júbilo, de modo que tres sombras Gigantes subieron y bajaron en las paredes de la cueva alumbradas por la luz de la fogata.
   –En verdad, una buena Verdad Indiscutible –dijo el Gigante siguiente–. Ahora te diremos cómo llegar y te daremos buenos consejos.














fragmento de 'Thorkill de Islandia'
en "Leyendas de los Héroes Vikingos"
Isabel Wyatt (1901-1992)
trad. Carlos Mordojovich
ed. Idunn (2013)