El "Iehudí", el tzadik de Pzhysha, vio una vez con los ojos de su espíritu que el maguid de Koznitz, quien había caído enfermo, estaba ahora en peligro de muerte. Inmediatamente dijo a dos de sus fieles, que eran excelentes cantores y ejecutantes, que fuesen a Koznitz y alegraran con su música el corazón de Rabí Israel. Ambos partieron enseguida, llegaron a casa del maguid un viernes, y se les pidió que dieran la bienvenida al shabat con sus cantos y músicas. Cuando los sonidos entraron en el cuarto donde yacía Rabí Israel, éste aguzó su atención y su rostro se iluminó. Gradualmente su respiración se hizo pareja, su frente se refrescó y sus manos dejaron de retorcerse, para reposar sobre el cobertor. Al concluir la música, miró hacia arriba como si acabara de despertarse y dijo: "El Iehudí vio que yo había pasado por todos los mundos. El único mundo en que no había estado, era el de la melodía. De modo que envió a dos mensajeros para que me llevasen a ese mundo."
'El mundo de la melodía'
en "Cuentos jasídicos - Los primeros maestros vol. II"
Martin Buber
trad. Luis Justo
ed. Paidós (1980)
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