El sueño es una pequeña puerta oculta a los recovecos más íntimos y secretos del alma, una apertura a la noche cósmica que ya era psique mucho antes del surgimiento de la conciencia del yo, y que seguirá siendo psique sin importar cuánto se amplíe nuestra conciencia del yo; ya que toda conciencia del yo es aislada: separa y discrimina, sólo conoce particularidades y sólo ve lo que se relaciona con el yo. Su esencia es limitación, aunque logre alcanzar las más lejanas nebulosas entre las estrellas. Toda conciencia tiende a la separación; pero en los sueños nos revestimos de similitud, de nuestro ser más universal, más verdadero, más eterno, que mora en la oscuridad de la noche primordial. Allí, el hombre es todavía la totalidad, y la totalidad vive en él, indistinguible del resto de la naturaleza y desprovisto de todo sentido del yo.
Es de estas profundidades en las que todo es unidad de donde proviene el sueño, por infantil, grotesco o inmoral que pueda ser. Es tan primoroso en su candor y veracidad que nos hace sonrojar por lo engañosas que resultan nuestras vidas.
C.G. Jung (1875-1961)
citado en "Imagen del Mito"
de Joseph Campbell
trad. Roberto R. Bravo
ed. El hilo de Ariadna (2012)
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