CREONTE.– (...) Y tú, contéstame sin largos discursos sino de manera concisa: ¿sabías que un edicto ordenaba que nadie hiciera lo que tú has hecho?
ANTÍGONA.– Lo sabía. ¿Cómo no iba a saberlo si era conocido de todos?
CREONTE.– ¿Y aún así osaste transgredir estas leyes?
ANTÍGONA.– Es que no fue Zeus, en absoluto, quien dio esta orden, ni tampoco la justicia aquella que es convecina de los dioses del mundo subterráneo. No, no fijaron ellos entre los hombres estas leyes. Tampoco suponía que esas tus proclamas tuvieran tal fuerza que tú, un simple mortal, pudieras rebasar con ellas las leyes de los dioses anteriores a todo escrito e inmutables. Pues esas leyes divinas no están vigentes, ni por lo más remoto, sólo desde hoy ni desde ayer, sino permanentemente y en toda ocasión, y no hay quien sepa en qué fecha aparecieron.
Sófocles (496-406 a. C.)
de 'Antígona' (fragmento)
en "Tragedias completas"
trad. José Vara Donado
ed. Cátedra (1998)
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